Reeducar al infractor
El director general de Tráfico, Pere Navarro dio cuenta ayer en el Congreso de las medidas adoptadas en materia de seguridad vial en una legislatura marcada por la instauración del carné por puntos y la reforma de Código Penal que endurece las sanciones por los delitos más graves cometidos al volante. En los primeros nueve días de implantación de los nuevos castigos han sido detenidos 558 conductores, 548 de ellos por circular bajo los efectos del alcohol. Las cifras resultan lo suficientemente significativas como para disuadir a quienes mantienen una actitud permisiva, condescendiente o resistente a admitir los riesgos que comportan para todos las actitudes imprudentes y temerarias. Pero también deberían servir para contrarrestar las críticas de aquellos que consideran que la modificación penal se extralimita al incriminar en exclusiva a los conductores por la lacra de los accidentes.
Actualizado: GuardarEl hecho de que sólo 175 de las 66.000 personas encarceladas en 2006 lo fueran por delitos de Tráfico, cuando ésta constituye la primera causa de muerte violenta en España, justifica la imperiosa necesidad de concienciar a los automovilistas sobre su intransferible responsabilidad a la hora de velar por la seguridad en las carreteras. El tiempo permitirá determinar si los cambios punitivos actúan como un eficaz factor disuasorio. Pero dado que la propia ley prevé la sustitución de las condenas más leves por el pago de multas y la prestación de trabajos comunitarios, las autoridades deberían dotarse de los recursos necesarios para propiciar la reeducación real del infractor evitando que éste pueda interpretar la aparente laxitud final de la pena como un argumento para no corregir su censurable conducta. Una exigencia que obliga, especialmente, a remover los obstáculos para que los sancionados puedan conocer en primera persona la realidad dramática de las víctimas e interiorizar la gravedad del daño causado.