El Museo expone el ajuar funerario de la necrópolis prehistórica de Alcalá Indicios de culto a lo totémico
La muestra reúne una selección de joyas, utensilios y armas, además de cuatro paneles explicativos y un audiovisual sobre el conjunto del Paraje de Monte Bajo
Actualizado: GuardarLa preparación de los cadáveres, los rituales de inhumación, la creencia en el más allá y su poder de sugestión o el embellecimiento de los cuerpos como seña del status social son prácticas que preocupan al ser humano desde que empezó a poblar la tierra. En 2004 -debido al descenso de las aguas-, D. Gil Birues y Manuela Lago, vecinos de Benalup-Casas Viejas, se percataron de la existencia de restos arqueológicos en la zona de Paraje de Monte Bajo (Alcalá de los Gazules), área fértil y rica, antiguamente destinada a la agricultura y la caza y ubicada en la orilla del actual Pantano de Barbate. Este repentino descubrimiento resultó ser una necrópolis prehistórica -cuevas artificiales-, perteneciente a comunidades datadas entre los 3.500 y los 1.800 años a. C.; a raíz de ello, la profesora de del área de Prehistoria de la UCA María Lazarich y su equipo de arqueólogos comenzaron los trabajos de investigación en el conjunto funerario.
A día de hoy y fruto las labores de excavación, el Museo Provincial brinda a los gaditanos la oportunidad de conocer, de forma didáctica, las cuatro tumbas encontradas, una selección del ajuar y los utensilios que acompañaban a los enterramientos (conservados en vitrinas), así como un audiovisual explicativo en la exposición Hallazgos del Paraje de Monte Bajo, que se inaugura esta tarde a las 20 horas.
En definitiva, otra evidencia más del valor del patrimonio de la provincia, del trabajo de los científicos y de la veneración, en ocasiones totémica, de estas civilizaciones al mágico misterio que subyace a la vida después de la muerte. La muestra fue presentada ayer por la delegada provincial de Cultura, Lola Caballero y el director del Museo, Juan Alonso, que resaltó el «valor documental de estos enterramientos secundarios», tras la inhumación provisional. «A veces se procedía a la cremación para eliminar los restos de carne; otras, eran rociados con ocre a modo de ritual de perpetuación de la vida o con una intención terapéutica».
Alonso, destacó piezas como un vaso campaniforme, una de las hojas de cuchillo más grandes que se conservan en Andalucía o el ámbar, símbolo del intercambio comercial de productos exóticos y de distinción en una sociedad que pasa de lo tribal al temprano surgimiento de las clases. Cada una de las cuatro tumbas constituye un legado sorprendente. En una de ellas, pueden observarse los restos de los cadáveres de dos perros, que -presumiblemente-, se utilizaban a modo de guardianes del fallecido. Las cuevas artificiales, donde también se hallaron restos de cuentas de collar, cerámicas o flechas de silex, presentan diferente disposición: como sepulcro de doble cámara, con forma oval o dotadas de un especie de pasillo de acceso que le proporciona un matiz de solemnidad.