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2009. El Laboratorio Científico de Marte. / NASA-JPL-CALTECH
Sociedad

La vida en Marte gana enteros

Encuentran en un meteorito marciano caído en la Antártida los compuestos básicos de los que está hecha la vida en la Tierra 'Spirit' descubre los restos de un ecosistema similar a las fumarolas

LUIS ALFONSO GÁMEZ
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Dos descubrimientos hechos a decenas de millones de kilómetros de distancia devolvieron ayer la vida a Marte. Un equipo de científicos de la Institución Carnegie (EE UU) y la Universidad de Oslo anunció que ha detectado compuestos de carbono, básicos la vida, dentro un meteorito marciano caído en la Antártida, la misma roca en la que Bill Clinton anunció en 1996 el descubrimiento -luego desmentido- de vida extraterrestre. Poco horas antes, la NASA reveló el hallazgo en el planeta rojo, por parte del todoterreno Spirit, de los restos de un ecosistema similar a entornos terrestres en los que abunda la vida microbiana.

El meteorito ALH 84001 fue encontrado en las colinas Allan de la Antártida en diciembre de 1984 por los integrantes de una expedición financiada por la Fundación Nacional para la Ciencia de EE UU. La roca pesaba 1,9 kilos y tenía forma de patata. Estudios posteriores revelaron que se había formado en Marte hace 4.500 millones de años -poco después del nacimiento del planeta rojo-, que había salido disparado del mundo vecinos hace unos 16 millones de años -mucho antes de la aparición de los primeros homínidos- y que había caído sobre la Tierra hace unos 13.000 años. Ahora, Andrew Steele y sus colaboradores aseguran, en la revista Meteoritics & Planetary Science, que han descubierto dentro de esa roca compuestos similares a aquellos de los que está hecha la vida terrestre.

Los investigadores estadounidenses han hecho un análisis espectroscópico de ALH 84001 y comparado sus resultados con los de rocas procedentes de la isla noruega de Svalbard. Los científicos que estudian la posible existencia de vida en Marte consideran ese enclave nórdico un análogo del planeta rojo en la Tierra. Las muestras de Svalbard correspondían a rocas expulsadas por volcanes que entraron en erupción en el frío ártico hace un millón de años, en condiciones climáticas similares a las de Marte en su infancia.

Origen volcánico

Steele y sus colegas encontraron en el meteorito y en las muestras noruegas el mismo tipo de compuestos: carbonatos, magnetita y material orgánico. En el caso terrestre, se habrían formado en unas condiciones ambientales en las que es imposible la vida, al helarse los fluidos ricos en dióxido de carbono y agua expulsados por el volcán. Eso les lleva a deducir que los compuestos del meteorito tienen un origen similar, que se formaron en reacciones químicas ocurridas dentro de las rocas en Marte. «Los resultados de este estudio prueban que la actividad volcánica en un clima glacial puede producir compuestos orgánicos. Esto implica que los ladrillos de la vida pueden formarse en planetas rocosos helados», destacó ayer Hans E.F. Amundsen, geólogo de la Universidad de Oslo y uno de los autores del trabajo.

Los investigadores creen que el material orgánico marciano pudo formarse durante el rápido enfriamiento de lava volcánica y sufrir a consecuencia del impacto que lanzó la roca al espacio hace 16 millones de años. Este hallazgo, indicaba ayer Steele, servirá para que los responsables del Laboratorio Científico de Marte de la NASA, cuyo despegue está previsto para 2009, tomen las medidas oportunas para evitar que la detección por parte de la sonda de moléculas orgánicos en el planeta rojo sea tomada como una prueba de vidam, cuando pueden tener un origen geológico.

«Estamos hablando de química prebiótica -la que precedió al origen de la vida-. Es el primer trabajo que demuestra que en Marte pueden formarse compuestos orgánicos. Es una prueba más de que en Marte ha podido vida», explicaba ayer a este periódico Ricardo Amils, microbiólogo de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador del Centro de Astrobiología (CAB). Su compañero Jesús Martínez Frías, jefe del Laboratorio de Geología Planetaria del CAB, destacaba «la importancia de estudiar la Tierra para entender procesos que ocurran en Marte o en cualquier otro planeta con características similares».

Fumarolas en otro mundo

Spirit, el robot que lleva en Marte más de 1.400 días, encontró, por su parte, hace meses los restos de un ecosistema en el que pudo prosperar la vida en el pasado. Fue un hallazgo casual. El todoterreno de la NASA arrastra desde hace tiempo una de sus seis ruedas, que no gira y deja profundas huellas a su paso. El 29 de marzo, la cojera del robot sacó a la luz una mancha brillante rica en sílice, compuesto de silicio y oxígeno que es uno de los componentes de la arena y el principal del vidrio. El hallazgo es, para la NASA, uno de los más importantes hechos por el todoterreno.

La clave está en el origen de ese depósito de sílice de un 90% de pureza, según los análisis hechos por el espectrómetro de Spirit, que se habría formado en un ecosistema de aguas termales o de fumarolas, mezcla de gases y vapores que surgen por las grietas de las rocas. En ambos entornos, en la Tierra abunda la vida microbiana. «No hay muchas formas de explicar tan alta concentración -dijo ayer Steve Squyres, de la Universidad de Cornell e investigador principal de la misión-. Fueran cuales fueran las condiciones en las que se produjo, esta concentración de sílice es probablemente el descubrimiento más importante de Spirit porque revela que en el pasado existió un nicho habitable en Marte. Las pruebas apuntan a fumarolas como las que se ven en Hawai e Islandia. Comparado con los depósitos que se forman en las aguas termales conocemos poco acerca de cómo los depósitos de fumarolas pueden preservar fósiles microbianos. Es algo que necesitamos estudiar más en la Tierra». Como dice Martínez Frías, «la geología de la Tierra es la clave para entender la de otros mundos»