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Cartas

Celebrar la Navidad

¿Cómo piensa Ud. pasar la Navidad? Es la pregunta que estos días va apareciendo en los programas de televisión, revistas y medios de comunicación, dirigida a los famosos y famosillos de turno, donde hay, casi siempre, un trasfondo de frivolidad. En todo ello hay una pretensión oculta de desmerecer la celebración, transformando lo que es una festividad eminentemente religiosa en unos días de desahogo laboral y consumismo. Incongruencias del hombre de hoy, de ese hombre tan imbuido de la modernidad, de la propaganda, que no se para a recapitular qué está celebrando. A muchos, incluso, les molesta esta fiesta porque está llena de manifestaciones afectivas, de buen hacer hacia los familiares y todos los que les rodean y no están dispuestos a modificar sus actitudes de rencores expresando el perdón o la acogida. Además, la fiesta está llena de gastos extra a los que no les encuentran sentido. Es claro que casi todas estas personas no tienen claro el significado de esta festividad, no han vivido tampoco el tiempo anterior, el tiempo que en la liturgia cristiana se llama de adviento, preparando mentalmente, espiritualmente y hasta físicamente la fiesta, como la Gran Fiesta del Nacimiento del Salvador del hombre. Muchas personas tienen serias dificultades en entender el significado profundo que tiene para el hombre de hoy el «ser salvado». Salvados, de qué, se preguntan muchos.

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Cuando yo era pequeño y en mi familia celebrábamos la Navidad, tampoco yo tenía ni idea de qué iba la fiesta. Pero mis padres, con toda naturalidad y sin grandes discursos, se esmeraban en traducirnos, a sus hijos, el sentido de la festividad con sus actitudes mas allá de lo cotidiano, con sus gestos, con signos y rituales externos a los que se le daba mucha importancia: rezábamos juntos; montábamos el belén más bonito del mundo guardado durante todo el año en una caja bien embalada con papeles de seda, en el que cada figurita tenía su significado; cantábamos villancicos; nos reuníamos en torno a la mesa, como todos los días, pero esta vez llena de más colores que nunca y nos expresábamos nuestro respeto y afecto deseándonos alegría y felicidad y pensábamos en los que no tenían el ambiente de cariño y los medios de que disfrutábamos, pidiendo para que todos disfrutaran de la dicha que nosotros teníamos.

Maximiliano de la Vega. Cádiz