Sobre ruedas
Los accidentes de tráfico se han cobrado, y no porque se las debiéramos, 42 vidas en el elástico puente de la Constitución. Estamos contentos porque han sido cinco muertos menos que los registrados durante el año anterior, cuando hubo un día festivo más. Quien no se conforma es porque no quiere, o bien porque quiere demostrar cuánta razón tienen los que insisten en contradecir al gran Saramago y se niegan a admitir que el ser humano es «un animal inconsolable».
Actualizado: GuardarA los muertos les da aproximadamente igual que el puente se llamara de la Constitución o de la Inmaculada, ya que no por siempre podremos llamarle el puente de la Inmaculada Constitución. Lo importante es la estadística y en esas fechas se han producido seis millones de desplazamientos y se ha estrenado la reforma del código penal en materia de seguridad vial que contempla penas de cárcel para los conductores que sobrepasen dos límites individualmente imprecisos, pero que hay que fijar colectivamente: los de velocidad y los de alcohol.
No deja de ser una cosa curiosa que se vendan ahora menos coches y que en las carreteras y en las calles haya más coches que nunca. Un observador superficial podría deducir que circulan más viejos cacharros que en otras épocas, en las que muchos españoles nos creíamos ricos y cambiábamos de vehículo cuando se nos llenaba el cenicero. Los tiempos han cambiado, pero lo peor es que lo han hecho en muy poco tiempo.
Al parecer se disponen a variar más. Se ha descubierto que los biocarburantes reducen sólo el 3 por ciento de CO2 a costa de duplicar, o casi duplicar, el precio de los cereales. Por vez primera en la historia humana se contrapone el etanol y el biodiesel al trigo, la cebada y el maíz. Quizá tengamos que revisar los conceptos de civilización y de cultura, pero mientras tanto: carretera y manta.