Bombillitas navideñas
Con el permiso de los colectivos ecologistas, cuyos ánimos confío en no encrespar demasiado ahora que tan de moda se ha puesto eso del cambio climático y el derroche energético, aprovecho este martes del mes de diciembre -pasado el súper puente festivo-, para tomarme la libertad de hablar sobre la iluminación navideña. Esa misma que quedó encendida este pasado domingo, dos días más tarde de lo habitual.
Actualizado:Dicen unos que el retraso ha tenido como único objetivo ahorrar algún que otro kilovatio. Ya puestos podían haberlo inaugurado el mismo día veinticuatro y el ahorro habría sido mayúsculo. Otros, los más mal pensados, creemos que se ha demorado el encendido, simplemente porque el alumbrado no estaba acabado. Y ello ocurre porque es el único medio que tiene la empresa instaladora para presionar a nuestros gobernantes y que les paguen parte de las múltiples deudas atrasadas. Sólo de esa forma puedo explicar a mi hija que no pudiéramos ir a ver el encendido, pues al día siguiente debía madrugar para ir al colegio, justo cuando acababa de finalizar un largo puente en el que cualquier tarde habríamos estado encantados de acompañar a nuestra Alcaldesa en tal inauguración.
También quiero aprovechar estas líneas para posicionarme en el sentido de manifestar mi rotunda negativa a que la iluminación extraordinaria sea denominada algún día por el Concejal de turno, como conmemorativa del solsticio de invierno, como ya ocurre en otras ciudades españolas. Si ello sucede, suplico que jamás se vuelvan a instalar luces en estas fechas, pues o conmemoramos la Navidad con todo lo que ella implica, o simplemente nos felicitamos por el solsticio de las narices y, de paso, creamos las correspondientes fiestas para celebrar el solsticio de verano, el equinoccio vernal, el equinoccio autumnal, así como cuantas llegadas de cometas, meteoritos, eclipses y demás, sea preciso conmemorar. ¿Será por fiestas!
Pero centrándome en el tema que me lleva ante el ordenador, leía hace unos días en LA VOZ que Jerez es de las ciudades españolas que menos gastan en iluminación navideña, a pesar de que este año el número de bombillas instaladas supera el millón. Que quieren que les diga, en absoluto me sorprende la noticia a pesar de que ello ocurra en una ciudad cuya Navidad, según su Alcaldesa «es envidia de muchas ciudades».
Queremos que la Navidad jerezana constituya un plato fuerte de nuestra oferta turística, para lo cual ponemos a disposición de los visitantes, desde las tradicionales zambombas, hasta la cada vez mayor oferta comercial que convierte a Jerez en epicentro de las compras de poblaciones cercanas. Sin embargo, para lo que la Navidad representa en esta ciudad, la iluminación de sus calles sólo tiene un calificativo: cutre. Creo no equivocarme al afirmar que en Jerez se adornan las mismas calles desde que tengo uso de razón. Otras ciudades han extendido progresivamente el número de vías adornadas, gracias a la iniciativa municipal o al compromiso de los comerciantes afectados. Sin embargo en Jerez son siempre las mismas calles, el centro y pare usted de contar. Y aunque es cierto que ocasionalmente cambian los motivos -este año hay unas llamativas estrellas en calle Larga-, así como las propias bombillas -ahora de bajo consumo-, ello se debe más a la propia voluntad de la empresa instaladora, que a la iniciativa del departamento municipal correspondiente.
Si mi mente no falla, en las últimas décadas tan sólo el recordado José Alfonso Reimondez Lete, en su época como Concejal de Fiestas cambió la fisonomía de nuestra Navidad. Sé positivamente que tales reformas se debieron más a su propia actitud personal frente a la Navidad -que amaba apasionadamente- que a otra cosa. Lamentablemente todo ha vuelto a la normalidad y novedad ninguna. Ni antes, ni tras la marcha de Lete, la Navidad jerezana ha dado algún vuelco importante. Nos esmeramos algo en la calle Larga y poco más.
Jerez ha crecido y su centro también lo ha hecho. No estaría de más plantearnos -aunque protesten algunos colectivos- instalar motivos navideños hasta el final de calle Sevilla, e incluso en farolas salteadas de nuestra Avenida, como hacen los vecinos gaditanos, máxime ahora que la Cabalgata saldrá desde la feria. Tampoco estaría de más prolongar las luces navideñas por Madre de Dios, Plaza del Arroyo, Santiago o el Alcázar. Hasta entonces me temo que la mejor Navidad del mundo seguirá estando iluminada por un alumbrado que sólo envidian en (que guasa hombre, ahora no se me ocurre nadie).