DISFRUTAR. Panorámica de una tarde en la pista de patinaje de la Plaza del Arenal.
Jerez

El silencio del patinador

La pista de patinaje del Arenal pone a prueba, por segundo año consecutivo, el sentido del equilibrio de muchos jerezanos

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Es una pista al menos curiosa. Cientos de jerezanos pondrán a prueba su sentido del equilibrio estos días en plena plaza del Arenal. Por segundo año consecutivo, repite esta gran extensión blanca con arbolito navideño en el centro. A partir de las cinco de la tarde, la caseta donde se pueden adquirir los patines no para de despachar todo tipo de números.

Mónica es una chica de quince años que ya ha cogido la práctica. «Bueno, es la experiencia la que impera en esta disciplina. Lo malo es que en horas punta no se puede patinar a gusto porque hay sobrecarga en la pista», subraya. No hay gorritos, ni tampoco es la famosa pista del Rockefeller Center de Nueva York. Suena la música y de vez en cuando sale de las alturas algo parecido a la nieve artificial. Es como una oleada de pintitas blancas que flotan por el aire.

Un padre ha entrado en la pista con su hija. Inmediatamente, todos los ojos están fijos en la valentía protectora del progenitor. Mónica dice que «no es la primera vez que se cae alguien en la pista y levantan las risotadas de todos los que observan".

Muy particular

Sin embargo, es difícil resbalarse si tenemos en cuenta que ni hay cuchillas afiladas bajo los pies ni la pista especialmente instalada para el evento navideño es frío hielo espolvoreado capaz de deslizar una pluma de punta a punta. Hay un chico que ha logrado hacer un giro completo, y algunos partidarios aplauden desde la barrera. Suena un villancico flamenco desde la megafonía de la plaza y nadie echa de menos la voz inconfundible de Frank Sinatra cantando Jingle Bells. Sin duda, esto es Jerez con su personalidad. Ni sobra ni falta nada, y auque la pista no sea la panacea de un rato de patinaje bajo las estrellas del portal, la Navidad se vive y se disfruta entre los jerezanos con esa particularidad tan nuestra. Sin duda, los que patinan, piensan que, en otros lugares, la Navidad puede esperar.