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Shaila Morales recorrió ayer Port Aventura de la mano de su prometido y habló del más allá

«Hay que tener los pies en la tierra y la cabeza siempre en las nubes». Lo dice Shaila Morales, la hija menor de Junior y Rocío Dúrcal, que actualmente triunfa como cantante con el apellido artístico de su madre. Shaila, de 28 años, recorrió ayer Port Aventura de la mano de su prometido, el músico mexicano Dorio Ferreira, para anunciar que en ese famoso parque temático ya es Navidad. «Ojalá durara tres meses», suspiró. Para ella, «gracias a la alegría de mi madre», estas fechas «fueron lo mejor de mi infancia. Yo les escribía hasta cuatro cartas a los Reyes».

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Claro que la Navidad no siempre es alegre. «También hay mucha nostalgia por los seres que se han ido», reconoce Shaila. Este año, a la pérdida de su madre hay que sumar el reciente fallecimiento de su abuelo paterno. Pero la menor de los Morales se lo toma con filosofía. «Siempre intento compensar las desgracias con algo positivo y pienso que, gracias a Dios, hay uno más vigilándonos y cuidándonos desde arriba». Porque, para Shaila, morirse no es desaparecer del todo. «Con mi madre, por ejemplo -explica-, mantengo un diálogo mental continuo. Siempre estoy preguntándole cosas Yo creo que ella está ahí. Hay gente escéptica con estos temas sobrenaturales, pero es que yo he vivido muchas cosas de ese tipo. A mi tío Chito, un hermano de mi padre que murió joven, le llegué a ver una vez después de haber fallecido. Se asomó a mi habitación. No me lo invento, porque la amiga que estaba hablando conmigo también le vio. En casa siempre hemos pensado que un viejo reloj que compró mi padre contenía el espíritu de una monja. Le dabas cuerda y es como si ella te abrazara... Y a mi madre la veo a menudo, pero sólo en sueños. Ahí, ella me guía. A veces, me guiña el ojo. Cuando lo hace sé que está todo bien. En cambio, cuando la veo preocupada pienso que quizá esté haciendo yo algo mal. El día de los Grammys le guiñó un ojo a Dorio. Él me lo contó. Yo temía por mi actuación en directo. Pero todo salió bien».

Esta Navidad, Shaila la pasará en México, con la numerosa familia de su novio. «Son unos ochenta, y me quieren mucho. Comeremos pozole, pavo, bacalao Y pondrán el árbol y el Belén, igual que aquí». Dorio, mexicano de padre brasileño, es para Shaila el hombre ideal. Lo conoció hace seis años, cuando él aún estaba casado. De hecho, es padre de una niña, Aitana, que ahora tiene tres años y con la que Shaila hace de «tía consentidora». «El Flaco (como ella le llama), me encantó desde que le vi. Luego nos fuimos descubriendo y nos dimos cuenta de que somos afines el uno al otro de una manera bárbara. Compartimos lo más importante en nuestra vida que es la música.

Y es algo curioso, pero nos complementamos. Cuando yo tengo las manos frías, él las tiene calentitas. Y al revés. Cuando yo me pongo más nerviosa, él está tranquilo. Y al revés». «Shaila es maravillosa, muy talentosa, muy dulce. Tiene mucho genio, pero con unos pocos mimos se le pasa en un minuto», añade Dorio. La pareja se casará en México la próxima primavera. «Quiero que el vestido sea elegante, pero sencillo. No quiero ir de Sissy emperatriz», dice la cantante. «Estaba pensando elegirlo con Dorio, porque en el tema de la ropa soy muy insegura y él me guía. Pero he decidido que no, pues dicen que da mala suerte». El lugar del enlace aún está por decidir. Podría ser en una playa, «pero no en Xcaret, donde fue la boda de Paulina», adelanta Shaila. Muy sincera, la novia ya advierte de que «casi seguro, habrá exclusiva» y que en algunas cosas quiere romper la tradición.

«Por ejemplo, no voy a dejar que mi padre pague la boda. No creo que se estile hoy en día». / COLPISA