Opinion

Un paso hacia África

El encuentro de líderes europeos y africanos celebrado el pasado fin de semana en Lisboa constituye en si mismo un éxito de la presidencia portuguesa de la UE que ha logrado poner frente a frente, por primera vez desde hace siete años, a los mandatarios de ambos continentes para debatir sobre inmigración, derechos humanos o regulación de los intercambios comerciales. Los esquemas de la cooperación al desarrollo de la UE con el continente africano, hasta ahora primer socio en la región africana, empiezan, sin embargo, a sentir la presión de la progresiva influencia de la potencia China que busca sustituir el papel europeo con una agresiva política de grandes inversiones y donaciones intentando situarse en un lugar privilegiado en el mercado de las materias primas. El llamado «espíritu de Lisboa» acuñado el pasado fin de semana es un punto de partida para un nuevo tipo de relación entre los dos continentes pero el contenido tanto del «acuerdo estratégico» como del llamado «plan de acción» sellados la cumbre se inscribe todavía en el terreno de los buenos propósitos mas que los compromisos tangibles.

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En el capítulo de flujos migratorios, en el que el presidente del Gobierno español actuó como ponente europeo, se han repasado los distintos elementos del problema -diferencias de desarrollo y demografía a ambos lados del Mediterráneo, deficiencias en sistemas educativos y productivos en África-, en un ejercicio de voluntarismo bienintencionado y acertado diagnóstico, pero que no cabe mas que contemplar con escepticismo a la vista de la experiencia fallida con gobiernos cuya incapacidad para el compromiso es histórica. Rodríguez Zapatero calificó la cumbre como «una de las más importantes que ha celebrado la UE en su historia» utilizando los datos de crecimiento de la cooperación española en el continente que siendo reales son escasamente significativos en el conjunto de Europa. La presencia del presidente de Zimbaue, Robert Mugabe, ha oscurecido el capítulo de la cumbre dedicado precisamente a la defensa de los derechos humanos en el continente y al desarrollo institucional de los países africanos. La divergente actitud hacia Mugabe de los mas influyentes líderes europeos como Gordon Brown, Angela Merkel o Nicolas Sarkozy, ha restado fuerza al necesario mensaje de firmeza de la Unión contra la vulneración de derechos de los pueblos requisito esencial para garantizar la existencia de sociedades libres y seguras que puedan afrontar los desafíos del crecimiento económico y la inversión exterior. La primera cumbre UE-Africa ha tenido el valor de ser una reunión pionera y un experimento necesario. Ahora es preciso trabajar para que este diálogo ayude a pasar de la retórica a los hechos y a la transformación del continente más pobre y menos libre del mundo.