Por Carlos Vergara
Mi querido amigo Pepe García Ganaza, a la sazón director de Radio Jerez, y el que suscribe lo hemos hablado ya en más de una ocasión. Es curioso y llamativo, en mi caso al menos así lo creo, la tremenda admiración que puede suscitarte una persona a la que no conociste físicamente y de la que lo único que tienes -que no es poco- son los comentarios, anécdotas, referencias y recuerdos que te trasladan los que sí tuvieron la suerte de convivir con él. Pepe la tuvo, y otros muchos hombres y mujeres de la radio jerezana, andaluza y española, también. Un servidor llegó tarde para saborear su profunda pasión por la radio y por la vida, sus extraordinarias dotes como relaciones públicas, su saber estar, su enorme categoría humana y profesional. Creo que esa expresión de «gran profesional y mejor persona» se la hicieron a medida a Carlos Vergara. Como decía, una enfermedad cruel y maldita, que no respeta ni a sabios, ni a buenas personas, ni a nadie, se llevó a este excepcional hombre antes de que las nuevas generaciones de la radio, que comenzábamos a principios de los noventa, pudiéramos compartir un rato con él. Pese a todo, el tiempo y las horas de charla con sus amigos, compañeros y familiares me han permitido percibir la grandeza de Carlos y me aventuraría a decir que, incluso, he llegado a conocerlo lo suficiente como para redactar estas líneas.
Actualizado:Era un hombre valiente, emprendedor, trabajador, divertido e irrepetible como amigo. Era un creador en el más amplio sentido de la expresión. Y los que lo conocieron saben bien de lo que hablo. Hizo tantas cosas en la radio que cuesta seleccionar alguna de ellas, pero baste con decir que impulsó aquélla locura llamada Los 40 Principales, que le dio a Radio Jerez sus más altas cotas de éxito, que Julio Iglesias descolgaba el teléfono para pedirle consejo y ayuda, que revolucionó la ciudad en muchas ocasiones -como aquella vez que paseo a Miguel Bosé por las calles de Jerez en un coche de caballos- que su compromiso con las ondas era sólo comparable a su amor por Jerez y por los suyos. Prisa descubrió a tiempo el talento que atesoraba aquel jerezano y le dio importantes responsabilidades en Sevilla, en Mallorca y en Madrid. Allá por donde pasó fue levantando las emisoras que tocaba, fue dejando su sello e impronta incomparables. Logró triunfar en el trabajo y en la vida, mientras que el destino le dejó las puertas abiertas.
Nadie así muere del todo. Carlos Vergara sigue vivo en el recuerdo de todos los que compartieron un trozo de vida con él. Es fantástico oírles hablar con tanto orgullo y gratitud después de los años pasados desde su fallecimiento. Siempre se escapan unas risas y, a veces, también alguna lágrima. Le obligaron a irse tan pronto que en su rebeldía nunca ha terminado de marcharse. Muy bien que hace.
Lo que hemos hablado Pepe García Ganaza y yo en más de una ocasión es que ya es hora de que la ciudad a la que tanto dio le devuelva algo. Hoy, Pepe, hago pública tu idea y deseo de que el Ayuntamiento bautice a una calle de Jerez con el nombre de Carlos Vergara, y no me cabe la menor duda de que serán muchos los que se sumen a esta petición. Probablemente, siendo como era, a Carlos le hubiese importado un bledo un reconocimiento de estas características, pero los que quedamos aquí, los que palparon su grandeza y los que hemos sabido de ella a posteriori, tenemos la obligación de perpetuar su legado y su recuerdo y recordarle a Jerez que entre sus hijos más excepcionales se encuentra Carlos Vergara.
Estoy seguro de que lo conseguiremos. Y si es posible esa calle estará cerca de la de Manolo Yélamo o de Caracuel o de Guadalete. Y a ti, Carlos, allá donde estés, mi respeto y admiración porque sé que fuiste un tío formidable. Ha sido un placer, amigo.