Solbes vigilará que el programa del PSOE sea contenido en la previsión del gasto
Los socialistas buscan propuestas creíbles ante una legislatura que se perfila menos favorable en la economía El PSOE lanza guiños a la izquierda moderada a fin de impedir que sus simpatizantes opten por la abstención
Actualizado:El vicepresidente económico, Pedro Solbes, cuidará de que la oferta electoral del PSOE no dispare sus previsiones de gasto para la próxima legislatura. El ministro quiere rebajar en la medida de lo posible las tensiones vividas en esta legislatura con los responsables gubernamentales del área social. Su llegada al equipo de José Luis Rodríguez Zapatero se produjo en 2004, cuando los planes del presidente ya estaban condicionados por un proyecto en el que él no había participado y cuyo principal coordinador fue, como en esta ocasión, el titular de Trabajo, Jesús Caldera. Ahora su implicación es «completa», según los encargados del programa.
La apuesta programática socialista, que no se aprobará hasta finales de enero, será en esta ocasión, según fuentes del equipo encargado del área económica, mucho más «contenida». En parte porque las previsiones económicas son menos favorables que hace cuatro años. Y en parte, admiten en el Gobierno, porque cuando uno está en el poder tiene la obligación de hacer propuestas «más creíbles» y se puede permitir menos licencias que cuando está en la oposición. Por definición, dicen, los programas desde una posición gubernamental son «más difusos». Aún así, el presidente Rodríguez Zapatero ya ha comprometido partidas para doblar las pensiones mínimas, compensar a las comunidades autónomas de la supresión del impuesto sobre el patrimonio, o pagar el dentista infantil gratuito.
Capacidad de control
Pedro Solbes vigila de cerca. «Él es quien asume el verdadero riesgo», recuerdan otros veteranos socialistas. «Se podía haber ido con la tranquilidad de una gestión avalada por las buenas cifras macroeconómicas, pero ahora que ha decidido quedarse necesita tener capacidad de control sobre todas las áreas». Es el precio que tiene que pagar el PSOE por utilizar su buen nombre como reclamo electoral. El ministro de Economía es considerado un elemento clave de la estrategia socialista; el contrapeso necesario a la figura desenfadada del presidente del Gobierno.
Con Solbes, los socialistas pretenden llegar, no tanto al electorado del PP (que el PSOE juzga casi inalcanzable) como a la izquierda moderada que ha llegado al último tramo de la legislatura con serias dudas sobre su participación en los próximos comicios. De acuerdo con el último estudio del CIS, la fidelidad de voto de los populares roza casi el 90%. La de los socialistas es diez puntos menor. Además, el barómetro indica que un 5,1% de quienes votaron al PSOE en 2004 cambiarán su papeleta por la de Rajoy. El primer partido de la oposición dice que es su voto huido, que regresa. Los socialistas son mucho más escépticos.
Aseguran que los grandes trasvases de votos no se producen entre los dos partidos mayoritarios, sino entre éstos y la abstención. «Pero no hay que engañarse -argumenta un asesor de Rodríguez Zapatero- las elecciones las decide el electorado del PSOE». Esta tesis se sustenta en el hecho de que en el año 2004 el Partido Popular tan sólo perdió medio millón de votos respecto a 2000. Los socialistas, en cambio, ganaron tres millones (el doble de lo que habían perdido entre los comicios del año 1996 y los de 2000). El quid está, según su criterio, en lograr la máxima movilización y evitar fugas como las que presumiblemente se produjeron en las últimas elecciones municipales.
Nuevas recetas
La receta de uno de los hombres más cercanos al líder del PSOE es la de situarse «donde está la sociedad». El lingüista norteamericano George Lakoff, uno de los fichajes internacionales del partido para esta campaña, ha convencido a los socialistas de que el ciudadano vota a aquella formación que defiende los valores con lo que se identifica. Los estrategas del PSOE creen que los valores mayoritarios de la sociedad española son, fundamentalmente, los valores de la izquierda, pero también es (sigue siendo) católica y muy española. Como Castilla-La Mancha. Como José Bono.
Esto explica el intento de marcar distancias con los nacionalistas y la renuncia a acabar con los privilegios de la Iglesia católica en el futuro programa. Es el debate que aún se libra en el seno de la formación, pero que de nuevo ganarán los conservadores. «La sociedad no está en eso y no corresponde a nuestra generación abordarlo. Nuestra agenda va por otro lado: políticas sociales, cambio climático e inversión en I+D+I», aseguran fuentes de la ejecutiva del partido gubernamental.