
El tango, esa danza amarga
Ricardo del Valle intenta llevar el baile a todos los jerezanos que quieran expresar las cornadas de la vida
Actualizado: GuardarRicardo siente el tango como ninguno y en cada baile pone el corazón. De otra manera no podría ser si tenemos en cuenta que se trata de una de las músicas más apasionadas, más profundas, más vivenciales. Traída directamente de Argentina, el tango sabe a hiel y a desaliento. «Por eso dicen que para sentirlo hay que ser mayor de cuarenta años. Ya sabes lo que es la mentira, el desamor, la envidia, los celos. En fin, todos esos viejos ruidos que nos acompañan, ¿oíste?», comenta el bailarín.
Ricardo, como el tango, también vino del país de la Plata. Aquello fue ya hace muchos años, huyendo de la dictadura de Videla. Aquí trabajó y, tras jubilarse, vuelve a su país natal. «Fue un reencuentro con el tango», comenta. Y una pasión que le acompaña desde entonces. Tras algunos estudios y un completo recorrido por Argentina bailando en festivales, vuelve a Alicante, tres años después, a entregarse por completo a la enseñanza de este inigualable baile.
En mayo aterriza en Jerez «y me instalo definitivamente aquí sin billete de vuelta. Me impactó mucho el II Encuentro Internacional del Tango en Jerez. Andalucía me fascinó siempre y Jerez es maravilloso. Así que no puedo pedir más», subraya de forma contundente.
Profesor
Aquí se dedica a dar clases a los jerezanos que tienen inquietudes sobre el tango y el baile, que es como un diálogo corporal entre la pareja. Los miércoles a las nueve y media suena Julio Sosa y su Cambalache en el pub El Quite. Y los lunes, más de lo mismo, pero en el Loyca.
Su último proyecto de cara el futuro es que los colectivos de la ciudad (asociaciones de vecinos, padres de alumnos, centros del mayor o niños de cualquier escuela) puedan tener un conducto de conexión y disfrutar del tango y del baile. «He presentado un proyecto en la Delegación de Juventud del Ayuntamiento y de las zonas Norte y Sur. Sólo quiero transmitir la pasión del tango. No pretendo cobrar por hacer estos cursos de iniciación porque no lo necesito. Lo hago como una forma de devolverle al tango tanto bien como me ha hecho».
Y un deseo: «Por favor, que suene el tango en las salas de baile. Seguro que si el gran público supiera los misterios de esta danza, aliviaríamos las heridas que nos origina la vida», concluye.