Amenaza en Kosovo
El fracaso de las intensas negociaciones desarrolladas en los últimos meses para tratar de lograr un acuerdo que permitiera una salida pactada entre Serbia y Kosovo sobre el futuro estatus de la provincia ha introducido un grave elemento de incertidumbre en la política europea. La posibilidad de que se consume de forma inminente una declaración unilateral de independencia por parte del Gobierno kosovar, y el consiguiente temor a un rebrote de la violencia en los Balcanes, llevaron ayer a los ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN a la decisión de mantener el actual nivel de tropas de la misión euro-atlántica (KFOR) desplegada en la región. La iniciativa permitió ofrecer una imagen de unidad que, sin embargo, no responde aún a la existencia de un acuerdo compartido en el seno de la UE sobre cómo afrontar la eventual secesión de uno de los territorios del continente. Una falta de consenso internacional acentuada por la disposición de Estados Unidos a aceptar la proclamación independentista y la abierta oposición de Rusia, alineada con el rechazo serbio, a aceptarla.
Actualizado: GuardarResulta evidente que la UE ha sido incapaz de manejar de la manera más hábil el principal instrumento político de que dispone para tratar de encauzar la crisis, que no es otro que condicionar la futura adhesión tanto de Serbia como de Kosovo a la Unión a una salida asumible por ambas partes. Pero la admisión tanto de las insuficiencias de la estrategia común europea, como del fracaso de la mediación de la troika (EE UU, Rusia y UE) en la búsqueda de un acuerdo no pueden terminar conduciendo, como advirtió ayer Condoleeza Rice, a un estancamiento infinito, máxime cuando una de las dos partes parece decidida a romper; y cuando la minoría serbia del norte de Kosovo puede albergar la tentación de provocar la participación del eventual nuevo estado. La nueva doctrina emergente apunta a una secesión «coordinada» con las instituciones internacionales, que podrían invocar como base legal la declaración 1244 de la ONU, la misma que ampara la continuidad de las tropas de la OTAN en Kosovo. Pero la comunidad mundial, y en especial la UE, ha de ser consciente de que cualquier vía factible para preservar la costosa estabilidad en la región precisa de una respuesta lo más unitaria posible.