CORDIALIDAD. Moratinos charla amigablemente con Condoleezza Rice durante el Consejo de la OTAN en Bruselas. / AP
MUNDO

La segregación de Kosovo pone a prueba las frágiles relaciones de la OTAN y Rusia

Moscú advierte de que reconocer la independencia de un territorio sin el aval de la ONU puede alentar a otros nacionalismos en el continente La Alianza Atlántica intenta buscar una posición común en el conflicto

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La muy probable independencia de Kosovo ha comenzado a envenenar Europa. Ayer, en la Alianza Atlántica, los países miembros se comprometieron a mantener en la todavía provincia serbia de mayoría albanesa las tropas de la Kfor, algo más de 16.000 hombres, que se encuentran desplegadas en la zona desde 1999, cuando el territorio quedó bajo administración de Naciones Unidas tras la guerra de limpieza étnica promovida por la Serbia de Milosevic.

Pero la Kfor se mantendrá en Kosovo invocando la resolución 1244 de Naciones Unidas, la vigente para el caso, que no fue diseñada para una operación de paz en un Estado independiente, sino en un territorio bajo administración de Naciones Unidas, pero con una soberanía -la de Serbia- reconocida internacionalmente.

«La Kfor permanecerá en Kosovo en base a la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, salvo que el Consejo de Seguridad determine otra cosa», recogía el comunicado final de la reunión, con una determinación que, sin embargo, varias capitales aliadas no comparten en el fondo. Berlín, por ejemplo, duda de que la 1442 sea el paraguas jurídico adecuado para la prolongación del mandato de la Kfor pero, al final, la OTAN, en pleno, asumía ayer esta controvertida posición, a la espera de un desarrollo de los acontecimientos que conjure el riesgo de crisis que ahora se cierne sobre toda la operación.

Porque los aliados se mostraban ayer unidos, aunque la trastienda se encontrara más desordenada de lo que demostraban, con un proceso que buena parte de ellos consideran indeseado pero inevitable, en buena parte por la determinación norteamericana en la promoción de la independencia de Kosovo, aunque sea bajo supervisión internacional. Pero Rusia es otra cosa. Ayer se celebraba también en Bruselas un consejo OTAN-Rusia y el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, expresó sin ambages la rotunda oposición de Moscú a un arreglo sobre el estatuto final de Kosovo que no cuente con el aval de Naciones Unidas.

Naturalmente, Moscú se opone a la independencia unilateral de Kosovo, y antepondría su veto a cualquier operación que la convalidara. Lavrov advertía en rueda de prensa sobre los riesgos para la comunidad internacional que representaría el nacimiento de un nuevo Estado sin el aval de la ONU, en alusión tácita a las ambiciones independentistas de diversos territorios europeos. «Aquellos que actúan contraviniendo el derecho internacional se sitúan en una resbaladiza cuesta abajo, que no va a sernos al resto de ninguna ayuda en Europa», dijo.

Y el ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, optaba ayer por no celebrar rueda de prensa, y se limitó a formular unas declaraciones en un pasillo, no fueran a planteársele preguntas difíciles. «Unidad» y ver lo que pasa fue el mensaje del canciller español en estos momentos.

«Nuevos pasos»

En la OTAN se intentaba rebajar la tensión. Condoleezza Rice, la secretaria norteamericana de Estado, no llegó siquiera a mencionar el término «independencia» en su rueda de prensa, y apuntó la necesidad de «dar nuevos pasos» en el línea marcada por el enviado especial de Naciones Unidas, Martti Ahtisaari. David Miliband, el secretario del Foreign Office británico, reiteraba la necesidad de que Europa mantenga la unidad ante el caso de Kosovo, para no repetir los errores de la pasada década en la crisis de la ex Yugoslavia.

Los siguientes pasos se encadenan. En las próximas horas se conocerán los términos del informe final del Grupo de Contacto (la UE, EE UU y Rusia) sobre Kosovo, que muy probablemente no alcance a señalar otra cosa que las diferencias entre occidentales y rusos sobre el futuro de la provincia serbia. El lunes, los ministros de Exteriores de la UE volverán a tratar el tema, pero esta vez para buscar una respuesta consensuada a una eventual declaración de independencia, el mismo día, por parte de las autoridades kosovares.

En estos momentos, sin embargo, no parece que Pristina quiera correr riesgos apretando el acelerador. Sus autoridades han reiterado que la declaración de independencia se producirá en plena coordinación con EE UU y la UE. La impresión existente ayer en la OTAN era que Kosovo demorará unas semanas, hasta la segunda parte de enero, esa declaración de independencia, para dar tiempo a los americanos y los europeos a apuntalar posiciones para resistir lo que vendrá después.