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VENGANZA. Ségolène Royal firma ejemplares de su libro, en el que relata las 'traiciones' de sus correligionarios socialistas.
MUNDO

Ségolène ajusta cuentas

La frustrada candidata a la presidencia francesa arremete en un libro contra sus 'amigos' socialistas

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Ségolène Royal, derrotada en sus aspiraciones a la presidencia francesa, ajusta cuentas más de seis meses después. La ex candidata socialista ha presentado su libro 'Ma plus belle histoire c'est vous' ('Mi más bella historia sois vosotros'), que no deja de ser una 'operación reconquista', una confesión con muchas escenas de adulterios, y no sólo políticos, que también pudiera llamarse: 'La domadora de elefantes'.

El título de la obra está tomado de una canción de Barbara. Y la 'histoire' y el 'vous' tienen una calculada ambigüedad erótica: la primera palabra puede ser una callada o pública historia de amor. Y la segunda oscila entre el usted y el vosotros con el que la antigua aspirante del PSF enardecía a su público: «¿Amadme! ¿Os amo! ¿Amaos los unos a los otros..!».

Royal escenifica con delicioso candor su público amor correspondido con diecisiete millones de electores, enviándoles besos y colectivas caricias verbales. Cuando su ex compañero y padre de sus hijos, François Hollande, la traicionaba con una modesta presentadora de una televisión minoritaria, Ségolène, de inmaculado blanco Chanel, gritaba a su público: «¿Os amo! ¿Amadme..!».

A la hora de recordar los meses que transcurrieron entre enero y mayo, Royal es mucho más feroz con sus amigos socialistas: «Fueron los dirigentes de mi propio partido los que comenzaron a instruir el proceso de mi incompetencia y mi ilegitimidad». En primera línea de su tiro al blanco contra la cabeza de la élite del PSF, la frustrada candidata al Elíseo rememora con ferocidad felina a Dominique Strauss-Kahn, actual presidente del Fondo Monetario Internacional, y Laurent Fabius, ex primer ministro. Cuando entraba en éxtasis místico y carnal con su público que tanto la amaba, la antigua rival de Sarkozy recuerda cómo Strauss-Kahn miraba infiel a los cielos, desde donde caía el granizo de las frases sibilinas.

El petimetre Fabius

Acompañada de una maquilladora que le retocaba las cejas, los labios, el cutis, el pelo, perfumándola, antes de salir del coche para ser inmortalizada por las cámaras de la turba reporteril, Ségolène Royal alude con precisión a los modales de petimetre ofendido de Laurent Fabius, culpable de indiferencia. Ella, en el escenario, presta al sacrificio de Juana de Arco capaz de arder en pública hoguera en defensa de las ideas socialistas, y Fabius, a sus pies, indiferente, limpiándose sus impecables zapatos Church, a 1.500 euros el par.

El resto de la burocracia socialista también es linchada a paso de carga verbal: «Cuando estuve cogida en la pinza de la derecha y la gente de mi partido, haciendo el proceso de mi incompetencia, comprendí que tenía unos amigos inquietantes», se queja Royal en su libro. Y, no sin cierta ingenuidad, confiesa que «es la primera vez que los ajustes de cuentas en la cúspide de una formación política tienen tal violencia en una elección presidencial de esta importancia». Pero la ex candidata socialista olvidaba a Chirac alanceando a Giscard en 1981. Y al centrista François Bayrou intentando apuñalar en público a Sarkozy.

Mujer de temperamento, no duda en evocar con crueldad penosas escenas de adulterio político. Cuando no estaba claro quién podría derrotar al actual presidente, Royal y Bayrou decidieron encontrarse a solas en el apartamento del líder centrista. Para entonces, Ségolène ya sabía que Hollande se había fugado con otra. La socialista se desplaza sola hasta el domicilio de Bayrou, pidiéndole que le abra la puerta. Y Bayrou le contesta nervioso, «no subas, no subas. Que nos pueden ver».