LOS ESPERADOS. Desde su disolución en 1980, Led Zeppelin sólo se ha reunido dos veces.
Cultura

En vísperas de la reaparición más esperada

«When all are one and one is all». Cuando, en 1980, John Henry Bonham falleció se llevó consigo mucho más que su muy particular sentido del uso de la batería. De todo cuanto se dijo sobre su muerte -la de una joven estrella del rock que desafía la resistencia al alcohol hasta perder el reto-, para sus fans lo peor vino de los propios compañeros de Bonham. Como susurraba Stairway to heaven; todo era uno y uno era todo. No había sustituto posible para Bonzo. Con él también desaparecía Led Zeppelin.

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A pesar de que la discográfica les obligaba a grabar un trabajo más, Robert Plant, Jimmy Page y John Paul Jones se mantuvieron firmes en su decisión y salieron del paso tirando de material descartado en trabajos anteriores. Coda, editado en 1982, fue su último álbum de estudio; un álbum concebido como un epílogo, acogido como un canto de cisne, y recordado -es lo que significa su título- como un final brillante para una pieza musical.

Desde entonces, los tres han realizado trabajos en solitario e incluso se han integrado en otras bandas, pero sólo en dos ocasiones han cedido a las súplicas de miles de seguidores que aún hoy se sienten un poco huérfanos. La primera en 1985, en el Live aid, donde Phil Collins ocupó la legendaria batería vacía de la banda británica. Tres años después, para celebrar el cuarenta aniversario de la fundación de Atlantic Records -el sello que les descubrió en 1969-, fueron los propios Led quienes escogieron al sustituto del añorado Bonham. Sin dudas. Sin pruebas. Como un artículo de fe.

El elegido no sólo había mamado el repertorio de la banda -¿acaso hay algún aspirante a estrella del rock que no lo haya hecho?-; además añadía al reencuentro un toque sentimental que escenificaba el traspaso de la música de los Led de generación en generación. Así, el 14 de mayo de 1988, Jason cogió las baquetas de su padre para recompensar a quienes han continuado comprando sus discos hasta superar los 300 millones de copias en todo el mundo y han convertido Stairway to heaven en la partitura rock más vendida. Para quienes, en definitiva, mantienen viva la leyenda.

El lunes, como genios que conceden a sus entregados fans un tercer deseo, los cuatro músicos vuelven reunirse para, por una noche, rejuvenecer el mito. En el O2 Arena de Londres y de nuevo con fines benéficos, rendirán tributo a Ahmed Ertegun, cofundador de Atlantic Records, fallecido ahora hace un año. La expectación es tal que más de veinte millones de personas se inscribieron en la web donde se sorteaba el derecho a comprar una de las 18.000 entradas que, sin reventa, costaban 185 euros; tal, que hace dos semanas, una ONG británica logró que un incondicional pagara 116.230 euros por dos de los codiciados peldaños hacia el cielo.