El Barrio vuelve a la calle que le vio nacer para recibir un homenaje a su carrera musical
Un numeroso grupo de admiradores presenció ayer en Santa María el descubrimiento de la placa dedicada al cantante
Actualizado:Apareció rodeado de un séquito de fans y con la mirada disimulada bajo el sombrero que desde que comenzara su carrera se ha convertido en ineludible seña de identidad. José Luis Figuereo, Selu, el cantante El Barrio, visitó ayer tarde la calle que le vio nacer en Santa María. En el número 29 de Botica flanqueaban la puerta un grupo de niños que esperaban ansiosos y alentados por sus padres a que llegara el artista para asistir al descubrimiento de la placa que le ha dedicado el Ayuntamiento de Cádiz, colocada a la entrada del que fuera su hogar. En ella rezaba: «En esta calle nació el 4 de junio de 1970 José Luis Figuereo Franco, El Barrio, cantaor y compositor». El coro de ovaciones, piropos y los aplausos sólo fue interrumpido por unas breves palabras del invitado, que agradeció este reconocimiento «a Cádiz, al Barrio de Santa María, a los fans y sobre todo a mi familia». Seguidamente, invitó a todos los presentes a acompañarle al Centro Municipal La Merced, donde se reencontró con sus seguidores y se paseó por las instalaciones del nuevo templo del flamenco gaditano. Mientras tanto, calentaban el ambiente los temas de su último álbum, La voz de mi silencio, -que salió al mercado el pasado 22 de octubre-, caracterizados por la fusión del rock, el pop y los sonidos más representativos de la escena musical moderna con la esencia de su personalidad creativa de fondo: el arte jondo y una voz matizada con el sentimiento de la tierra. De entre el concurrido público, alguno incluso se arrancó a bailar, demostrando que el fervor no está reñido con los años. De forma simultánea, una gran pantalla situada al final de la sala proyectaba constantemente imágenes del cantante mirando al mar.
Selu empezó como guitarrista cuando tenía sólo 12 años. Muy pronto se dio cuenta de que su vida era crecer al mismo tiempo que su arte. Así se fue curtiendo como poeta y como músico. Aunque canta por bulerías, tangos y alegrías, El Barrio huye de la etiqueta de flamenco, por encontrarse «lejos de la heterodoxia musical».
La influencia del rock andaluz, con grupos bandera como Triana, Medina Azahara o Alameda, es una constante en La voz de mi silencio, -como su anterior tema Ángel de amor, por ejemplo-, aunque, a pesar de todo, suene a flamenco. Ha sido calificado de «poeta urbano del siglo XXI», pero a él no le agrada el término y prefiere transmitir en sus letras cosas «que le preocupan a la gente de la calle». Como autor, por otra parte, no cesa en su empeño de perseguir la piratería.
La infancia en el corazón
De su barrio y de Cádiz ya ha asegurado en alguna ocasión que lleva dentro «calles estrechas, adoquines, farolas..., la tristeza de un lugar que lo ha sido todo y que ahora va tirando». «Sensaciones que están en el corazón desde chiquitito; tarde o temprano se transforman en poesía y melodía».
A estos recuerdos José Luis añade «la sal, la alegría, la doble luz de nuestra forma de hablar; eso se refleja en la música y en la manera de escribir». Por otro lado, también ha recalcado su religiosidad, un detalle que se hace obvio cuando desvela su afinidad a la Hermandad de la Sentencia, de la Iglesia de la Merced, en pleno barrio de Santa María.
Lo cierto es que cuenta con un público incondicional que se vuelca y vive sus sentimientos cada vez que se sube a un escenario.