«Casi nunca estamos aseguradas porque sale muy caro»
Las empleadas domésticas se quejan de sus duras condiciones laborales, en la mayoría de los casos al margen de la legalidad
Actualizado: GuardarSuelen superar los 35 años de edad, carecen, en la mayoría de los casos, de estudios más allá de los primarios y encuentran en su trabajo de empleadas domésticas la única salida laboral para sacar adelante a sus familias.
María lleva más de 20 años limpiando la vivienda y ciudadano a los hijos de un familiar en Rota. «No me gustaba estudiar y mi abuela me colocó en casa de un primo cuando empezó a tener niños, ya me acomodé y me quedé allí», confiesa María, quien considera que el principal problema de las empleadas domésticas «son las malas condiciones laborales». «Casi nunca estamos aseguradas porque sale muy caro, así que cada una se tiene que buscar la vida en ese sentido, yo por ejemplo tengo hecho mi seguro de jubilación por un banco desde hace ya muchos años», agrega.
El sueldo de María oscila entre los 350 y los 400 euros mensuales. «Ya más que nada lo que hago es limpiar porque los niños de la casa ya son mayores y no hace falta que los cuide». Afirma que, a pesar de sentirse cómoda en su actual empleo, «ganaría más dinero empleada en distintas casas y por horas, es lo que sale más rentable».
Esta forma de trabajar es la que utiliza Encarna, otra mujer del servicio doméstico que prefiere trabajar en varios hogares alternativamente y cobrar por horas. «Actualmente se suele pagar a ocho euros la hora de limpieza, así que suelo ir unas cuatro horas cada día a distintas casas y así saco un dinerito», afirma esta mujer que tuvo que comenzar a limpiar para sacar adelante a sus hijos. «Mi marido me abandonó con dos niños pequeños y tenía que conseguir dinero como fuera ya que lo que él me pasa de manutención para nuestros hijos es demasiado poco, y eso el mes que me da el dinero porque la mayoría de las veces se escabulle», comenta con gesto compungido.
Por eso, a sus cuarenta años recién cumplidos, Encarna comenzó a dedicarse a la limpieza y ocasionalmente al cuidado de ancianos. «Es la única opción que me queda porque no tengo estudios para otra cosa», acepta con resignación. «Es un trabajo duro, tengo la espalda fatal de tanto agacharme para fregar, pero no me queda otra», afirma Encarna.
Desde Suramérica
Ayudar a mujeres trabajadoras en las labores del hogar y en el cuidado de sus hijos se está convirtiendo también en una de las opciones laborales más socorridas para muchas inmigrantes provenientes de distintos países de Suramérica.
Valeria es ecuatoriana y aún no tiene papeles. Lleva pocos meses en España y desea a toda costa conseguir un empleo estable para mandar dinero a su familia en Quito. «Conozco a muchas otras chicas de mi país que están trabajando internas en una casa, algunas incluso están aseguradas, espero conseguir algo parecido en futuro cercano», manifiesta ilusionada.
«Muchos ecuatorianos se marchan a grandes ciudades como Madrid y Barcelona y consiguen empleo en restaurantes de comida rápida o sitios parecidos, yo prefiero quedarme en Cádiz y trabajar en una casa», afirma Valeria convencida.
«Sé que en algunos casos, aquí en España, tienen prejuicios con los inmigrantes pero yo creo que una mujer suramericana sabe llevar un hogar, una cocina, unos niños, mejor que una asistenta española», comenta. «Además, no tenemos problemas para quedarnos en régimen in terno, algo que muchas trabajadoras españolas no aceptan», concluye.