CRÍTICA DE TV

Muchachada

Conozco a un montón de gente que está fascinada con Muchachada nui, ese programa de humor que emite La 2 los miércoles, en horario de medianoche. ¿Un montón de gente? Es verdad que uno ve las cifras de audiencia y constata que el seguimiento del programa es ultraminoritario. Entonces, ¿por qué esa impresión de que Muchachada nui tiene muchos fieles? Quizás ocurre que los seguidores de este espacio se concentran en un sólo sector social -esencialmente, veinteañeros con estudios universitarios-, y por eso son minoritarios, pero el programa tiene la virtud de conectar con todos ellos, y por eso, dentro de ese sector, el aprecio hacia Muchachada nui es unánime.

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Estaríamos ante lo que se llama un «programa generacional»: entre veinte y treinta años, todo el mundo lo ve; por encima -en fin, más o menos- de esa franja de edad, a nadie le importa un bledo. Lo mismo le pasaba a Cine de barrio, con la salvedad de que aquí la franja de edad, ostensiblemente superior, era también más ancha. Yo me reconozco entre los que no entienden Muchachada nui: veo a esa gente hacer el ganso y me quedo frío como un cubito de hielo. Quizás el término «entender» no es aquí el adecuado: sé lo que están haciendo y por qué, comprendo la lógica de su comicidad, sé dónde quieren ir a parar, incluso puedo prever el desenlace de cada número. Lo que pasa es que no me hace ninguna gracia.

El humor tiene esas cosas. No es grave. Recordemos que en España ha habido gente que se ha tronchado de la risa con las películas de Esteso y Pajares y, a pesar de todo, el país ha seguido funcionando. Del mismo modo, a otros no hicieron mucha gracia Faemino y Cansado y, al mirar alrededor, constatábamos que la gente nos miraba con cara de pasmo, con esa típica expresión que dice: «¿De qué carajo se ríen estos?».

Bueno, pues lo mismo pasa con Muchachada nui, el humor de la España Logse de La hora Chanante, concebido por Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla y Julián López en los bares universitarios de la muy noble ciudad de Cuenca y, a partir de ahí, expandido a través de la Paramount Comedy y de Internet. Que esto haya llegado a La 2 de TVE es, sin duda, un éxito para ellos, y para la pública debe de ser una apuesta generacional. Bien: hay cosas peores.

Lo que siempre habrá que preguntarse es si esto, este tipo de programas, verdaderamente forma parte de las prioridades naturales de un canal de servicio público. ¿Cabe Muchachada nui en un canal de servicio público? Sí, por qué no: siempre y cuando su emisión no signifique que dejan de emitirse otras cosas más adecuadas al perfil de la cadena. Pero, lamentablemente, esta premisa no se cumple en La 2.