CONVIVENCIA. Los niños jugaron, oraron y disfrutaron de este encuentro. / T. S.
Jerez

En busca de una vocación pastoral

Cincuenta niños disfrutaron ayer del Encuentro de Monaguillos en el colegio Compañía de María

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Unos cincuenta niños -de entre siete y diecisiete años- lo pasaron en grande ayer durante el Encuentro de Monaguillos que cada año organiza la Diócesis de Jerez. Esta vez, a diferencia de otras, se reunieron en el colegio Compañía de María, donde monaguillos de diferentes parroquias de toda la Diócesis tuvieron la oportunidad de disfrutar del día de convivencia.

«A mí me gusta venir a este encuentro porque conozco a nuevos amigos», explica Ignacio Muñoz Rodríguez, un joven de quince años, y además «nos ayuda a alimentarnos de la palabra de Dios». Por su parte, Javier Castrelo cuenta que «disfruto de esta convivencia porque jugamos y vamos de visita al Alcázar, me gusta ayudar al cura en la misa», al igual que Juan Azcárate, que comenzó de monaguillo «cuando era niño, después de hacer la comunión me llamó mucho la atención, y me gusta todo, la convivencia, las amistades y el clima de la oración».

El rector del Seminario Diocesano, Ignacio Gaztelu, argumenta que «esta convivencia sirve para hacer presente el seminario, al igual que los seminaristas y monaguillos se conozcan. Por una parte, es un día muy divertido, y por otra sirve como encuentro y convivencia» con la intención de que estos niños estén más cerca de Dios y de la vida seminarista.

En la actualidad, la sociedad está inmersa en una importante y crucial crisis de fe, por lo que para estos seminaristas es más complicado difundir estas ideas en los niños, pero lo fundamental «es transmitírselo con la propia vida», porque que una persona «esté contenta y comunique felicidad es el mejor argumento para convencer. Y es que si yo soy feliz, las personas que se crucen conmigo y vean mi felicidad se preguntarán con más probabilidad de escoger este camino», explica Gaztelu. «Eso sí -continúa-, tenemos que dar razones y cuando te pregunten debemos dar testimonio de por qué uno ha entregado su vida y por qué merece la pena, aunque en este mundo actual no esté de moda».

Las convivencias sirven para ello y mucho más. En el seminario se les plantea a los jóvenes de una manera más profunda conceptos y sensaciones para tomar la importante decisión de dedicar su vida a la vocación pastoral y al sacerdocio. En cambio, cuando los niños son más pequeños todavía no se les plantea la pregunta vocacional. Por eso, asegura Gaztelu que «en lugar de decirles las cosas, es mejor que ellos mismos vean cómo es el seminario, cómo se vive, cómo es el ambiente y qué posibilidades presenta esta forma de vida». Y es que «nosotros -continúa- sembramos porque es lo que nos toca, y luego Dios es el que se encarga. La vocación no la fabricamos, es de Dios. Así, la labor del Seminario Diocesano es ayudar a las personas para que «reconozcan que Dios les está llamando». En este sentido, este encuentro de monaguillos «es una forma de convivencia, pero también de oración, donde es más posible que esa llamada sea escuchada y respondida».

Por su parte, Manuel Gómez-Tavira, delegado pastoral vocacional de la Diócesis de Jerez, argumenta que «el objetivo principal de este encuentro es hacerles conocer el seminario y la vocación, que no les sea extraño lo que es el sacerdocio». A un joven de hoy «con todo lo que les ofrece el mundo, no le es atrayente este compromiso, pero pretendemos que estos niños que están ayudando en la Iglesia, tienen mucha más cercanía y sensibilidad que otros pequeños no tienen; por eso queremos aprovechar hacerles llegar el seminario».