CRÍTICA DE TV

¿Catarsis?

La polémica sobre Escenas de matrimonio se prolonga. Lo dijimos desde el principio: esa tira cómica de José Luis Moreno lo tiene todo para hacerse odiosa, porque su planteamiento, bajo especie cómica, es brutal. Después, fueron grupos feministas los que la acusaron de ofrecer un planteamiento que bordea la violencia de género. Ahora hay dos actrices de Camera café que han metido el dedo en el ojo de Moreno. Una es Carolina Cerezuela, que ve en la serie maltrato verbal y reprueba el que se emita en horario accesible a los niños. La otra es Ana Millán, que confiesa no verla nunca porque es «violencia de género».

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Escenas de matrimonio juega a una cosa que se llama «catarsis», que quiere decir «purificación»: uno pone en escena la pasión, el odio, la tragedia, la miseria, y el hecho de verlo ahí, sobre las tablas, «limpia» todas esas cosas en el espectador, vacuna al que lo ve, le libera de ellas, porque el espectador las proyecta sobre la escena y, por esa vía, ya no las proyecta sobre lo que tiene alrededor, sobre su mundo real. La ficción escénica es como el hígado de la vida social: lo depura todo. Esto, por supuesto, es la teoría.

Sobre ese patrón, Moreno, que no es Esquilo, construye una historia abominable de parejas imposibles que sólo se soportan porque al día siguiente hay que emitir otro episodio, y pone en su boca todas aquellas cosas que, supuestamente, a cualquier ciudadano con cónyuge se le ocurren. ¿Funciona? Como «catarsis», no lo sé. Como espectáculo, sí. Ahora bien, a costa de ofrecer una imagen del matrimonio -y, en general, de toda vida en pareja- odiosa.

Asustan a Carolina Cerezuela y a Ana Millán. La clave está ahí. Cuando personas adultas no perciben la supuesta «catarsis» del relato, sino sólo su violencia explícita, caben dos opciones: o son muy primarias, o es que el producto está mal concebido. Ni Cerezuela ni Millán son personas primarias; además son actrices, es decir, que deberían poder percibir el truco. Por tanto, es que el producto está mal concebido. O eso, o es que está concebido para el mal. Pero lo último, mejor ni plantearlo.