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El minuto de Chávez

Los observadores, ya avisados, anotaron en la madrugada del lunes que el teniente coronel Chávez asumía su derrota en el referéndum constitucional con la misma fórmula de febrero de 1992, cuando fracasó en su intento de golpe de Estado: «lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados».

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Su biógrafo Richard Gott da una importancia decisiva a aquel célebre minuto de gloria que le ofreció, sin proponérselo, la televisión. Y cree, incluso, que el presidente llamado por la gente para organizar una transición tras la renuncia de Carlos Andrés Pérez, acosado por la impopularidad, don Rafael Caldera, comprendió que el perdedor del golpe lo había ganado en realidad.

El presidente elegido, en efecto, como parte de un programa de normalización y transición que fue su ultimo servicio al país, amnistió en su momento a Chávez quien, recuperados sus derechos políticos, se dedicó a la política con el éxito de todos conocido: ganó desde entonces todas las elecciones y referendos a los que se sometió, once en total hasta la consulta para aprobar la segunda Constitución del régimen.

Los vencedores, claro está, son quienes votaron contra el texto, entre ellos muchos chapistas fugados al no, pero de modo práctico y explícito ganan aun más los antiguos amigos de Chávez, con el general Baduel a la cabeza, que intuyeron hace algún tiempo que no podían seguir la deriva chavista y se pasaron no a la oposición orgánicamente considerada, pero sí a la crítica fundada y adornada con su gran hoja de servicios al chavismo. Luis Miquilena y José Vicente Rangel también pueden figurar en la lista.

No es probable que el interesado reaccione con habilidad política, destreza táctica y sentido de la oportunidad y su primera reacción, con el mensaje de que por ahora no se ha ganado parece indicarlo. Pero es seguro que esta vez el famoso minuto mágico del 92 no tendrá el efecto taumatúrgico de entonces. Concluyó el embeleso, no hay gloria en el horizonte.