Desarrollo a toda costa
La urbanización desenfrenada del litoral y el derroche energético lastran la sostenibilidad en España
Actualizado: GuardarCrecer de forma sostenible es, por ahora, una utopía para los españoles. El tercer informe del Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE), a partir de 155 indicadores económicos, ambientales, sociales y culturales, indica que España tiene mucho camino que recorrer hasta alcanzar modelos de desarrollo razonables, como exige la Unión Europea. Una edificación desbocada y la pérdida de hábitats naturales que conlleva -más de un tercio de los primeros cien metros de la costa mediterránea están ya ocupados por construcciones- constituye uno de los principales desafíos de nuestro país, pero no el único. Además, el consumo interno vinculado al crecimiento económico está afectando al gasto energético y al uso de los recursos muy por encima del límite de la sostenibilidad; la contaminación de las zonas urbanas afecta a tres de cada cuatro personas y la desigualdad social no se corrige: un 20% de la población española permanece en el umbral de la pobreza, a pesar de vivir en el octavo país más rico del mundo.
El Informe 2007 del OSE, elaborado por más de un centenar de científicos y técnicos, incide en la tendencia del desarrollo español desde 2005, año del primer estudio publicado que desde entonces ha sido avalado por el Ministerio de Medio Ambiente. Un corto periodo de tiempo en el que «España ha avanzado moderadamente hacia pautas más sostenibles» en los aspectos económicos (crecimiento del PIB, mayor aportación del sector industrial), pero en el que los cambios han sido «más tímidos» en otros apartados significativos, según destacó el director del OSE, Luis Jiménez Herrero.
Desequilibrios
En primer lugar están los capítulos socioeconómico y territorial. El modelo de crecimiento, destacó Jiménez Herrero, sigue siendo «fuertemente intensivo» en territorio, y el litoral mediterráneo y la Comunidad de Madrid continúan siendo las zonas más afectadas por la expansión urbana incontrolada. Así, el primer kilómetro de costa española está ocupado de forma artificial en más de un 34% y los primeros cien metros en casi un 21%, a pesar de las limitaciones que impone la Ley de Costas desde el año 1998.
Pese a este frenesí para edificar, el consumo familiar destinado a la vivienda es el mayor de Europa, al suponer el 120% de la renta; y el esfuerzo de acceso a vivienda para los jóvenes supera ampliamente el 33% de su sueldo. Por otra parte, las buenas tasas de empleo siguen reflejando precariedad y desigualdades de género y, por último, el abandono escolar continúa siendo de los más altos de Europa (29,5%), por detrás de Portugal y Malta.
Con respecto a la cohesión social, los indicadores se resisten a mejorar a pesar del crecimiento económico y de las prioridades concedidas a las políticas sociales. La tasa de riesgo de la pobreza se mantiene a niveles de 1995 (18-20%), lo que demuestra la «desigual» distribución de la riqueza. Asimismo, en un capítulo novedoso, el informe menciona que el sector de la cultura es un activo importante para la economía pero que requiere mayor protección y regulación.
Los fenómenos con mayor riesgo para la sostenibilidad son aquellos relacionados con el consumo energético. Aunque los datos oficiales muestran signos de esperanza, «todavía queda mucho camino por recorrer» en cuento a la dependencia energética de la economía y las emisiones de gases de efecto invernadero. No obstante, en 2006 se redujo por vez primera esta cifra; lo hizo un 4,1% con respecto a 2005. También decreció alrededor del 1% el consumo total de energía, gracias a las reformas para cumplir el Protocolo de Kioto. Asimismo, el gasto energético del sector del trasporte -uno de los principales hándicaps al cumplimiento de los compromisos asumidos- se controló.
Por otra parte, la calidad del aire sigue provocando quebraderos de cabeza a los responsables de Medio Ambiente, especialmente en las medianas y grandes ciudades españolas.
Biodiversidad en peligro
El informe destaca que España es el país con mayor riqueza biológica de Europa, pero sigue teniendo un riesgo creciente de pérdida de biodiversidad. Así, entre los años 1990 y 2006 el número de especies de fauna amenazada ha aumentado un 34,6%, hasta alcanzar las 603 especies en peligro.
Al mismo tiempo, la desertización «se agudiza» por efecto del cambio climático, de tal forma que más de un tercio del territorio español está sujeto a un riesgo muy alto, alto o medio de desertización. Según el informe, la cantidad de carbono liberado por la pérdida de zonas forestales y los incendios podría llegar a superar el carbono fijado por la regeneración y el crecimiento de los bosques.
Entre las soluciones que propone el informe destaca una mejora de la actuación gubernamental para hacer cumplir la normativa actual.