Tribuna

Mucho humo, pero de chimenea industrial, por favor

Que cada uno llama a las cosas como mejor le parece es una obviedad. Una vez examinado el documento, al «Plan Bahía Competitiva» yo lo llamaría «Plan de declaración de intenciones para paliar una situación de déficit crónico en infraestructuras en el ámbito de la Bahía de Cádiz». Se justifica la denominación porque no hay un compromiso presupuestario cerrado de las distintas partidas que sumadas integran el Plan. Además, aunque ha sido presentado por una Administración, consiste en la suma de supuestas actuaciones de diferentes administraciones. Y por si fuera poco, se presenta cuando el Gobierno de esa Administración está prácticamente interino, con unas elecciones a la vuelta de la esquina.

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Sólo expondré dos datos para justificar la consistencia relativa del Plan. Si las elecciones autonómicas supusieran unos resultados distintos a los actuales, y el próximo responsable de Fomento en el Gobierno andaluz fuera un desaprensivo, como la actual responsable del Departamento en el Gobierno de la Nación, a lo mejor considera que el Plan es «una mierda», como el de Galicia, y entonces nos quedamos con aguas de borrajas. O sí el programa electoral del próximo partido político ganador de las inminentes elecciones decide la necesidad de intervenir en toda la provincia y no en una sola zona de la misma, como ahora ocurre, o en toda Andalucía, en fin, si se le ocurre algo distinto, pues también aguas de borrajas, como pasó con el cambio del Plan Hidrológico Nacional y su sustitución por no sé cuantas desaladoras.

Las infraestructuras absorben la parte más importante del Plan. En eso pienso que han acertado. El déficit es crónico y es preciso invertir la situación. Sin embargo hay una partida con la que no estoy de acuerdo, el tranvía. Creo mucho más interesante y prioritario conectar la vía férrea a la altura de Tres Caminos con Chiclana y de esta forma cerrar las cercanías en todo el contorno de la Bahía, posibilitando al unísono el acceso ferroviario desde Chiclana a los muelles gaditanos. Además, este enlace supondría los prolegómenos de la necesaria conexión ferroviaria de las dos bahías. Luego, ya se vería sí aprovechando esa infraestructura sería o no necesario acompañar a los cercanías un tranvía de corte metropolitano.

Las inversiones previstas en la Universidad son la lógica adaptación de los planes de Bolonia por parte de la misma y un acercamiento de ésta al ámbito de las empresas y la generación de empleo. Con Plan o sin él, la inversión es necesaria y por lo tanto entraría en el capítulo de inversiones obligadas en cualquier caso para la Universidad.

Desde 2005 se sabía, porque la noticia había aparecido en la prensa económica española, que a alguna empresa de la zona las cosas se le podían torcer, produciéndose un drama de consecuencias incalculables. Por lo tanto, una porción de las actuaciones que en esta parte se describen no pueden entenderse como de actuación inmediata ahora, sino posiblemente de actuación inmediata en el año 2005. Es decir, Las Aletas es la actuación más crucial en el terreno industrial que podamos imaginar y que puede paliar definitivamente el déficit de suelo en el entorno de la Bahía de Cádiz, siempre que el suelo considerado no se quede en el medio millón de metros cuadrados que se prevén, sino que se debe contemplar ya el añadido de los 1,5 millones de metros cuadrados aún disponibles y que componen la totalidad de lo que se conoce como «Las Aletas».

Los muelles y la creación de espacios para la ubicación de «plataformas logísticas» en el ámbito de la Bahía y por añadidura de toda la provincia no se consideran prácticamente, de igual forma que las importantísimas relaciones comerciales y de toda índole con Marruecos, como mercado internacional más próximo, que sólo disponen de una cantidad irrisoria.

Hay dos bienes intangibles necesarios en el desarrollo de los pueblos, quizás más importantes que las propias inversiones económicas, la «seguridad jurídica» en toda su dimensión, lo que significa un respeto absoluto en el devenir de las presentes y futuras conductas empresariales, sujetas exclusivamente al imperio de la Ley, sin interferencias del poder político y administrativo. Y en segundo lugar, sentar las bases definitivas para que la población de la Bahía cuente de verdad con un grado de formación que sea calificada de «excelencia» y que se adecue a las circunstancias cambiantes del entorno económico, anticipándose, de tal forma que permita dar respuesta rápida a cualquier decisión de invertir. Es decir, hay que actuar diametralmente al contrario de cómo se ha hecho ahora: se presenta un problema, el problema se consolida con el cierre de la planta y es entonces cuando se decide actuar. Siempre tarde y mal.

Espero, por el bien de todos, que este enésimo problema industrial originado en la Bahía de Cádiz sea el desencadenante necesario para que se alcance un importante grado de desarrollo y dejar de depender, como hasta la fecha, de la Administración Pública en toda su dimensión.

Si hablase con un campero me diría que aquí no llueve, que cuando lo hace es a destiempo y que aún en ese caso nunca a gusto de todo. Lo digo porque lo que yo quiero y todos queremos con el Plan, no sé si habrá algún ecologista al que esto le indisponga, es humo, mucho humo... pero humo del bueno, de chimenea industrial, por favor. Y cuando estén instaladas tantas empresas como se recoge y se deduce de la partida del Plan de actuaciones inmediatas, hasta el hollín me va a sentar bien.