Master en la Bahía
A primera vista llegué a pensar que a alguno de los compañeros periodistas de este diario se le había ido la cabeza; o quizás que se le pegaron las páginas al pasar las hojas del almanaque, creyendo que este pasado domingo era el día de los inocentes en el que, como saben, es tradición de la prensa introducir alguna que otra noticia falsa. Finalmente he llegado a la conclusión de que nada de ello ocurría. Simplemente la noticia es cierta y ello es así, porque para algo vivimos en la Comunidad de la chapuza, la improvisación y el despilfarro.
Actualizado: GuardarLes estoy hablando sobre los cursos de formación que la Junta de Andalucía está promoviendo para atender a la reinserción laboral de los antiguos trabajadores de la factoría de Delphi, entre los que se encuentran muchos jerezanos. Según aseguró una representación de dicho colectivo, tales cursos deben ser puestos en entredicho pues no atienden a los niveles de formación previstos, por lo que los trabajadores dudan de que los cursos puedan serles útiles. Por poner algún ejemplo, los ex empleados señalaron que el curso de cincuenta horas de inglés acabó en una gymkhana, lo que al parecer no es aislado, pues en el curso de sensibilización medioambiental les propusieron llevar material reciclable de casa para hacer un Belén.
La noticia sorprende, quizás no tanto respecto al curso de inglés, pues supongo que la gymkhana a la que refieren los trabajadores, es ese tipo de concurso en el que los participantes deben contestar una serie de preguntas, para lo que tienen que desplazarse a diversos puntos de la ciudad donde hallarán las pistas necesarias para su resolución. Si las preguntas tenían que ver con el idioma de Shakespeare, nada tiene que objetar este cronista a que se utilice tal método de enseñanza. No es el más adecuado, pues me cuesta trabajo imaginarme a los ex trabajadores recorriendo la ciudad en búsqueda de pistas, pero bueno, cada maestrillo tiene su librillo y si así lo decidió el profesor, aquí paz y allí gloria.
Sin embargo, que en un curso sobre sensibilización medioambiental propongan llevar desde casa material reciclable para hacer un Belén, sirve para darnos una idea muy aproximada de lo mucho que se ha trabajado desde el departamento correspondiente de la Junta de Andalucía en la organización de estos cursos.
Antes de continuar, debo señalar que sé de lo que estoy hablando, pues hace ya algunos años tuve la oportunidad de participar como profesor en un curso de locutoras de radio. Para que se hagan una idea, el curso duraba un año escolar -de octubre a junio-, y en él participaban un numeroso grupo de mujeres desempleadas, mayores de cuarenta y cinco años, a las que la radio sólo les sonaba de oídas, justamente por escucharla cada mañana en casa.
La Junta Andaluza, que igualmente era la organizadora de aquel curso, jamás se preocupó de enviarnos una sola cinta de casette, un micrófono, una grabadora o algo que sonara, aunque fuera de lejos, a una emisora de radio. Sin embargo no había problema alguno en perder las jornadas de enseñanza visitando bodegas, ferias, exposiciones y todo aquello que contribuyera a elevar el nivel de las alumnas -de visitar emisoras de radio ni hablar-, o al menos esa fue la explicación que los docentes del curso recibimos desde las altas jerarquías. Comprenderán que con esa experiencia personal en mis alforjas, no puede sorprenderme que los profesores de sensibilización medioambiental enseñen a montar un Belén con materiales reciclables.
Nuestra administración autonómica, siempre involucrada seriamente en el bienestar, incluso en la economía de sus alumnos, habrá creído conveniente que de cara a las inminentes fiestas navideñas, cuando estos alumnos -padres en su mayoría- acudan a la tienda para comprar los elementos necesarios para instalar un Belén (Portal, figuritas, papel de plata y demás), pueden evitar un importante desembolso utilizando cuatro botellas vacías, tres envases de tetrabrick y un par de latas de conservas.
El problema surgirá cuando alguna factoría dedicada al medioambiente decida ubicarse en la Bahía de Cádiz y dar empleo a tales trabajadores. Los dueños de tan hipotética empresa serán felices sabiendo que sus futuros empleados no estarán sensibilizados medioambientalmente, aunque serán los números uno en montaje de belenes. Puede empezar a temblar la Caja de Ahorros, pues seguro que nunca más volverá a ganar el concurso de dioramas. Además, de ahí a crear el Coro de Villancicos de ex trabajadores de Delphi y comenzar a sacar discos al mercado, entenderán que solo hay un paso