Cumbre determinante
La Cumbre del Clima que se arrancó ayer en Bali ha de resultar determinante en el diseño de un nuevo plan global de lucha contra el deterioro medioambiental que sustituya al Protocolo de Kioto, cuya vigencia finaliza en 2012. La reunión, en la que participan 150 estados, se celebra en un momento en el que ha calado la preocupación por el alcance de la destrucción sistemática de nuestro entorno de la que viene alertando el consenso científico, reflejado en los sucesivos informes del Panel Intergubernamental de expertos de Naciones Unidas. La convicción de que el tiempo se acaba para evitar que los daños sean irreversibles y de que el coste de la inacción será mayor que si se interviene decididamente contra el cambio climático debe mover al conjunto de la comunidad internacional a sentar las bases de una renovada alianza, que propicie la gestión compartida de un problema de impacto mundial.
Actualizado:Los últimos datos ofrecidos por la UE permiten verificar que el crecimiento económico puede compatibilizarse con una reducción de los gases de efecto invernadero. Esta constatación, unida a los riesgos de seguir posponiendo una respuesta verdaderamente colectiva, apela a la responsabilidad de los países industrializados para avanzar en el uso de energías renovables, frenar el recurso a las fuentes tradicionalmente más explotadas y perfeccionar los procesos productivos a fin de favorecer el desarrollo sostenible. Pero cumbre también ha de servir para atraer al consenso a las economías emergentes, sin cuyo imprescindible concurso resultará más complicado limitar las emisiones contaminantes, aunque precisan para ello tanto de un discurso comprensivo hacia su derecho a beneficiarse de la industrialización como de la dotación de los recursos para facilitar ese tránsito. Un objetivo común con el que debe comprometerse sin ambages Estados Unidos, cuyo desmarque de Kioto ha actuado como un lastre para las políticas medioambientales que ahora está obligado a corregir.