ALEGRÍA DESBORDADA. Partidarios del 'no' a la reforma constitucional del presidente celebran su victoria en las calles de Caracas. / REUTERS
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Las urnas frenan a Chávez

Una diferencia de 125.000 votos, el 50,7% frente al 49,3%, sepulta el proyecto de reforma constitucional El líder venezolano cae por primera vez en una cita con los votantes y deberá dejar la presidencia en 2012

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Las elecciones se pueden ganar o perder por un voto. Pero en esta ocasión han sido 125.000 los sufragios que han servido para ganar un referéndum, revertir la imbatibilidad de un caudillo, sentar las bases para el futuro de una generación y perfilar el acontecer inmediato de todo un continente. Esa diferencia de votos fue suficiente para rechazar la reforma constitucional propuesta por Hugo Chávez, que pretendía transformar Venezuela en un régimen socialista y autoritario. Triunfó el 'no'. Y triunfó la democracia.

Nueve tensas horas después de que se cerraran oficialmente los centros de votación, el Consejo Nacional Electoral (CNE) hacía públicas las cifras de la consulta popular. Habían acudido a ejercer su derecho poco más de nueve millones de venezolanos, el 66% del padrón. Cuatro millones y medio o, lo que es lo mismo, el 50,7% de los votantes, rechazaron los artículos reformados de la Carta Magna. En el lado opuesto, 4.375.000 (49,3% del electorado) los avalaron. Consecuencia: la Constitución aprobada en 1999 sigue en vigor y la nueva redactada por Chávez ha quedado convertida en papel mojado.

La prohibición de difundir sondeos a pie de urna se convirtió al cierre de los colegios en una guerra de filtraciones interesadas y declaraciones públicas, en las que debían interpretarse los gestos más que las palabras. El rostro de la oposición era de indisimulada alegría. El del oficialismo, serio y adusto.

Amenaza de 'pucherazo'

Cuando a la una de la madrugada de ayer el CNE seguía sin dar a conocer unos resultados definitivos que anunció para varias horas más tarde, la oposición comenzó a dar la alarma sobre un posible 'madrugonazo': un intento de alterar el recuento. Mientras, Chávez permanecía reunido con lo más granado del Estado Mayor. Según fuentes militares de alto rango, el presidente se resistía a reconocer la derrota.

Fue entonces cuando Raúl Isaías Baduel -ex ministro de Defensa y compañero de armas y de conspiraciones de Chávez hasta que cayó en desgracia por criticar la política del líder bolivariano- conminó a las instituciones a respetar la voluntad popular, mientras instaba al Ejército a que velase por su cumplimiento a través de la televisión. Apenas unos minutos después, Tibisay Lucena, presidenta del CNE, le reemplazaba en la pantalla para desvelar los datos del recuento.

Chávez se dirigió a los venezolanos cerca de las dos de la madrugada. Tranquilo, reconoció su primera derrota en las urnas y el fracaso de su proyecto «por ahora», recordando las palabras con las que se rindió en febrero de 1992, tras su fallido golpe de Estado. Pero la presidencia tiene ahora fecha de caducidad, el año 2012, y el oficialismo comienza a movilizarse en busca de recambio. Ya hay quien piensa en cobrarse viejas facturas. Por primera vez, todo es incierto.

Los estudiantes han sido determinantes en este golpe de urna al proyecto revolucionario. Este movimiento, que estalló a finales de mayo tras el cierre «administrativo» de Radio Caracas TV, ocupó el espacio que habían abandonado la clase media y la política, y rechazó la llamada de los partidos a boicotear la consulta, para ganar en las urnas. Los universitarios han demostrado que una revolución sin jóvenes no tiene futuro, pero un país con jóvenes comprometidos tiene porvenir.