ESPAÑA

Un intento de robo reactiva la búsqueda del comando en el suroeste de Francia

Los autores del ataque a los guardias civiles en Capbreton se cercioraron de la profesión de sus víctimas antes de abatirlas de tres disparos dentro de su coche

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Dos presuntos terroristas de ETA, de quienes se sospecha que pertenecen al comando que el sábado asesinó a un guardia civil y dejó al borde la muerte a otro, intentaron robar ayer un coche en el suroeste de Francia y consiguieron eludir el cerco policial desplegado en la región. Según se supo ayer, los autores del crimen de Capbreton se cercioraron de la actividad profesional de las víctimas antes de abatirlas de tres disparos en la cabeza dentro del coche camuflado que utilizaban, en el que llegó a introducirse uno de los agresores para registrar sus pertenencias.

La reaparición de la posible pista de los ejecutores del primer atentado de la banda terrorista ETA contra la Guardia Civil en Francia se produjo en la localidad de Gabillou (Dordoña), distante 175 kilómetros al este de Saucats. En este municipio del mismo departamento se había perdido el rastro dos días antes a los dos hombres y la mujer más buscados del país. Esta vez la protagonista del nuevo episodio fue una pareja de activistas que intentó apoderarse en una zona rural de un automóvil por el método del descuidero, habitual en las formas de operar de los etarras en suelo galo.

Hacia la una y media de la tarde el hombre se subió a un Renault Clio que su propietario había dejado con las llaves en el contacto y el motor en marcha. Al darse cuenta de la maniobra, el dueño forcejeó con el intruso que le amenazó con una pistola para que le soltara. Acto seguido se apeó del coche, que se accidentó tras avanzar unos metros sin control, y montó en otro vehículo conducido por una mujer, también armada, en el que se dieron a la fuga.

Acento español

Los dos miembros de la pareja hablan francés con acento español y aparentan la misma edad treintañera que los fugitivos de Capbreton. Los investigadores, que cuentan con la descripción proporcionada por el automovilista, buscan huellas dactilares y genéticas para determinar si forman parte del comando que tiroteó a los guardias civiles.

Las autoridades francesas lanzaron por la tarde un llamamiento a la colaboración ciudadana para tratar de localizar el Peugeot 307 familiar de color azul, matrícula 1054QZ40, con el que se fugaron los etarras el sábado tras dejar a su dueña atada a un árbol. El texto, que ya ha empezado a ser difundido por las cadenas de radio y televisión, facilita un teléfono gratuito al que llamar de manera anónima y advierte de que las personas buscadas van armadas y son peligrosas.

Los dos guardias civiles tiroteados presentan cuatro impactos de bala causados por tres proyectiles ya que uno de ellos hirió a los dos. De hecho, se han encontrados tres casquillos correspondientes a munición del calibre nueve milímetros dentro del coche camuflado en el que fueron atacados.

La autopsia practicada en la noche del sábado al domingo a Raúl Centeno muestra que recibió un tiro en la cabeza mortal de necesidad. La bala le entró por la oreja izquierda y causó destrozos letales en la masa encefálica cuando se encontraba sentado al volante de un Peugeot 405 gris con matrículas atribuidas al Ministerio del Interior francés.

El cadáver presentaba además otro impacto de bala con orificio de entrada por el hombro, trayectoria ascendente por el cuello y salida por la frente. La hipótesis del peritaje balístico es que este proyectil hirió de rebote en la pantorrilla al otro guardia, que ocupaba la plaza de copiloto. Además de esta herida menos grave en la pierna, Fernando Trapero fue alcanzado de lleno en la cabeza por un tiro que le mantiene al borde de la muerte sumido en un coma profundo.

El agente permanece en estado aparente de muerte cerebral en la unidad de reanimación del hospital Côte Basque de Bayona. El director general de la Policía y de la Guardia Civil, Joan Mesquida, le visitó por la mañana por segunda vez en el centro hospitalario y, tras reunirse con sus familiares, declaró que sigue extremadamente grave. «Estos malnacidos pagarán por lo que han hecho», dijo el director general.

Un testigo presencial de los instantes previos al atentado ha declarado que vio a uno de los etarras varones introducirse en la parte trasera del coche de los agentes en actitud de registrar el interior, según informa la agencia Vasco Press. El transeúnte, que continuó camino sin detenerse, también testimonió que su compañero increpaba a voces a los ocupantes.

Los investigadores creen que los etarras sospecharon en la cafetería donde ambos grupos coincidieron a la hora del desayuno que los dos hombres eran efectivamente agentes policiales. Al salir del establecimiento, los siguieron y los abordaron a mano armada para confirmar sus sospechas. Incluso llegaron a entrar en el coche para registrar las pertenencias de los guardias o para cachearlos antes de dispararles a bocajarro, según la hipótesis más plausible.