Raúl camina hacia el pichichi
El cambio de posición, más cerca del área, y el modelo de juego que predica Schuster, claves para su «resurrección»
Actualizado: GuardarLo decía Raúl en una de sus últimas entrevistas al diario ABC (antes de fichar a Capello para ganar la Liga). «He tenido trece entrenadores. Eso no es normal, necesitamos encontrar una continuidad de futuro. Hemos tenido cambios en la dirección deportiva y el equipo, además, no ha dado el rendimiento colectivo esperado. Individualmente unos habrán estado mejor que otros, pero hemos sido muy irregulares en los partidos clave. Después del primer año sin ganar la equivocación fue pensar que con cuatro recambios se podía arreglar la situación. Después del segundo se volvieron a fichar otros tantos...».
El delantero fue una víctima más de la montaña rusa en la que se metió el club y el propio equipo. Adoptó el papel de parche para todo en el campo y lo único que consiguió en medio de la vorágine fue salir escaldado. Para colmo, en ese tramo de desconcierto deportivo e institucional, quedó atrapado en la única lesión grave que ha sufrido en su dilatada carrera profesional.
La llegada de Florentino Pérez a la presidencia en el año 2002 con los fichajes «galácticos» en los años sucesivos (Figo, Ronaldo, Zidane, Beckham, Owen...) supuso una nueva barrera para el «7». El fichaje de Ronaldo en el verano de 2002 fue un duro golpe para sus intereses. Del Bosque, por entonces el técnico blanco, se vio obligado a hacerle un sitio al entonces mejor jugador del mundo en el punto estratégico del ataque. Morientes, el mejor socio de Raúl, fue condenado al banquillo mientras el «7» retraso su posición.
Donante de sangre
Pese a todo mantuvo el tono anotador y logró 25 goles (16 Liga y 9 en la «Champions»), cuatro menos que en la anterior temporada. En la 03-04, con Carlos Queiroz en el banquillo salvó el año goleador en la Copa. Jugó más partidos porque aquella plantilla era corta, pero su condición de donante para las estrellas le pasó factura. Marcó 20 tantos (11 en la Liga; 2 en «Champions», 6 en la Copa del Rey; y 1 en la Supercopa).
El primer signo de bajada llegó con el baile de entrenadores en la temporada 04-05 (Camacho, García Remón y Luxemburgo). Ese año jugó de interior izquierdo, de interior derecho, de segundo punta, de único punta. Hubo partidos en los que jugó hasta en tres puestos. Una situación compleja de manejar y que le perjudicó notablemente en sus números. Trece goles en total. Una cifra muy pobre para su caché.
Ese año y los dos siguientes fueron una losa para el «7». Lesionado de gravedad antes del Mundial de Alemania, físicamente tocado por el desgaste de la alta competición y damnificado por el mal juego y los peores resultados del equipo entró en una espiral negativa. Sólo siete goles en la antesala de la Copa del Mundo. No estaba fino físicamente y perdió esa chispa para llegar a balones ratoneros e imposibles dentro del área.
El parón obligado de varios meses le vino bien para recuperarse y tomar decisiones. Por entonces ya contaba en su domicilio con una cámara de hipoxia (aire empobrecido con nitrógeno que simula una estancia en altura) para acelerar la recuperación; acudía a clases de Pilates para mejorar la elasticidad y manejó de manera estricta los hábitos de la comida.
Con Fabio Capello fue preso de la rigidez táctica que impuso el italiano. Su papel casi le obligaba a estar más cerca de Casillas que le portero rival. Corrió como Gebresselassie por todo el medio del campo en auxilio de los compañeros y cuando llegaba al área lo hacía muy fatigado.
Bernd Schuster, este año, le ha dado la vida. Ha vuelto a jugar cerca del área y participa de un estilo de juego mucho más liberal y ofensivo. El Real Madrid crea muchas ocasiones y es normal que hoy el «7» almacene en el morral 10 goles (8 en la Liga y 2 en la Liga de Campeones) en 21 partidos.
No se ha perdido ningún encuentro oficial hasta hoy y ha sido titular menos ante el Deportivo en el Santiago Bernabéu. Si mantiene el frenético ritmo físico y el nivel de acierto en el campeonato doméstico logrará el mejor registro anotador de su carrera. Para encontrar ese record personal hay que retroceder hasta la temporada 98-99.
Entonces Raúl se llevó el galardón del pichichi con 25 goles porque marcó dos en la última jornada al Deportivo. Ese doblete le permitió desbancar del primer puesto al delantero brasileño Rivaldo, que por entonces ya defendía los intereses del Barcelona.
Diez goles en un tercio de Liga es un registro que invita al optimismo, si bien es cierto que los delanteros alternan productivas rachas anotadores con depresiones alarmantes. El delantero madridista ha logrado ocho de sus goles en jugadas; uno de penalti; y el último de falta.
Y tiene competencia porque los otros dos delanteros blancos también andan finos. Van Nistelrooy (6) y Robinho (5).