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DISTINCIÓN. El Rey impone condecoraciones a título póstumo. / MARTÍN. EFE
ESPAÑA

Los Reyes y los Príncipes despiden con un funeral de Estado al guardia civil Raúl Centeno

Don Juan Carlos impone al agente asesinado por ETA las máximas condecoraciones del Instituto Armado y de la policía Un millar de familiares, autoridades y agentes acudieron a la emotiva ceremonia que se celebró en la dirección general del cuerpo

MELCHOR SÁIZ-PARDO
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Los Reyes, acompañados de los Príncipes de Asturias y del presidente del Gobierno, presidieron este domingo el funeral 'corpore insepulto' por el guardia civil Raúl Centeno Bayón, asesinado el sábado por ETA en la localidad francesa de Capbreton. Durante el emotivo acto de Estado en la Dirección General del cuerpo en Madrid, al que acudieron un millar de familiares, autoridades y la cúpula del instituto armado, don Juan Carlos impuso al funcionario fallecido las máximas condecoraciones de la Guardia Civil y de la Policía. La familia real, visiblemente afectada, intentó consolar a José y Blanca, los padres del joven agente muerto, destrozados por el asesinato de su hijo.

Los restos mortales de Centeno llegaron a las 11.00 horas a la base aérea de Getafe a bordo de una avión C-295 de las Fuerzas Armadas, que había despegado una hora y cuarto antes del aeropuerto de Burdeos. El féretro de Raúl Centeno fue recibido por los ministros de Interior y Defensa, Alfredo Pérez Rubalcaba y José Antonio Alonso, a los que acompañaron el secretario de Estado para la Seguridad, Antonio Camacho; el mando único, Joan Mesquida, y la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre. Unos 200 guardias civiles rindieron honores en la pista.

Apenas 50 minutos después de tomar tierra, la comitiva fúnebre, con escolta motorizada, llegó a la Dirección General de la Guardia Civil en Madrid. Los restos de Centeno fueron conducidos a la capilla ardiente instalada en el interior, donde un centenar de familiares velaron sus restos durante una hora. Primero Mesquida y luego José Luis Rodríguez Zapatero pasaron por la capilla para compartir unos minutos con los allegados.

Para entonces, centenares de personas se agolpaban en el patio de la dirección, donde casi 200 guardias civiles formaban para rendir honores. La representación del Gobierno fue amplia. Además de Rodríguez Zapatero y los titulares de Interior y Defensa acudieron Pedro Solbes, Miguel Ángel Moratinos, Mariano Fernández Bermejo y Elena Salgado. Junto a ellos, el presidente del Poder Judicial, Francisco Hernando; los dirigentes del PP Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz Gallardón y Ángel Acebes; los socialistas José Blanco y Diego López Garrido y el líder de IU, Gaspar Llamazares. No hubo representación de los partidos nacionalistas, aunque sí del Gobierno vasco, a través de Mikel Lejarza, el 'número 2' de Interior.

Entre las autoridades también estuvieron el embajador galo, Bruno Delaye; los ex directores de la Guardia Civil Santiago López y Carlos Gómez, y las cúpulas al completo de la Guardia Civil, la Policía Nacional y los tres ejércitos, así como representantes de la Gendarmería y la Policía francesa, cuerpos municipales y Ertzaintza. El presidente de la AVT, Francisco Alcaraz, también asistió al oficio religioso.

Cerrada ovación

Una cerrada ovación a la familia real marcó, minutos después de las 13:00 horas, el comienzo de las honras fúnebres. El Rey vistió el uniforme de capitán general del Ejército, mientras que el Príncipe lucía el de comandante del Ejército de Tierra. La Reina y la Princesa fueron de riguroso luto.

Tras pasar revista a la formación mientras sonaba por primera vez el himno nacional, los Reyes y los Príncipes saludaron a los padres y al hermano del agente Centeno. Los familiares, arropados con un sonoro aplauso, no aguantaron la tensión y rompieron a llorar sin que don Felipe y doña Letizia lograran consolarles. Doña Sofía, con gesto compungido, tampoco pudo frenar las lágrimas, que ocultó tras una grandes gafas negras. Un gesto que luego repitió la princesa, igualmente afectada.

Otra atronadora ovación saludó la llegada del féretro al patio central. El ataúd, cubierto por la bandera de España y, sobre ella, el tricornio del agente, fue llevado a hombros hasta el catafalco por ocho compañeros del fallecido del Grupo de Apoyo Operativo (GAO), escoltados por otros seis agentes vestidos con uniforme de 'gran gala'.

El vicario general castrense, Ángel Cordero, ofició la misa asistido por otros tres sacerdotes. El oficiante habló de la «crueldad» y la «maldad» de los asesinos de Raúl Centeno y recordó a los 206 guardias civiles caídos por las balas y las bombas de ETA. Monseñor Cordero transmitió a los presentes el mensaje del Papa Benedicto XVI en el que se reconoce «profundamente apenado» por el asesinato.

El momento cumbre del acto fue cuando el Rey impuso sobre el féretro cubierto con la enseña nacional la cruz de oro al mérito de la Guardia Civil y la medalla de oro al mérito policial, ambas a título póstumo. Poco después, una guardia de honor rindió homenaje a los funcionarios asesinados por la patria, mientras sonaban las notas de 'la muerte de no es el final'. El general jefe del servicio de Información, Atilano Hinojosa, el máximo responsable de la lucha antiterrorista de la Guardia Civil, entregó las medallas y la bandera a los padres, rotos en un llanto desconsolado.

Una salva de honor y el himno del instituto armado pusieron punto y final al acto. Los especialistas del GAO, mientras sonaba de nuevo el himno nacional, retiraron el ataúd, seguidos de medio centenar de familiares. Desde la Dirección General de la Guardia Civil la comitiva se dirigió al cementerio de La Almundena, donde los restos mortales de Centeno fueron incinerados en una ceremonia íntima.