«Se gobierna la vida de la gente obligándole a ser libres»
Está considerado uno de los más relevantes filósofos jóvenes españoles. Su trabajo actualiza a Foucault e incursiona en las formas más nuevas de la sociedad contemporánea, para comprender sus mecanismos de poder y dominación. Pero no es un pensamiento hermético o elitista, sino absolutamente esclarecedor y cercano.
Actualizado: Guardar-Hay una frase de Nietzsche acerca de que el malestar, o el fastidio, puede permanecer aunque se eliminen sus causas. ¿cómo es?
-Se trata de que eliminas las causas externas, pero en realidad el fastidio procede de cómo tú te colocas ante la situación, no de la situación misma. Aunque no se den los factores que están actuando, el problema lo tienes tú.
-Y hablaba de ese fastidio, como un factor que actúa como un estímulo.
-La insatisfacción define la actividad del filósofo. Las cosas no son como son y pueden ser de otra manera.
-Porque me viene de un autor que, desde un punto de vista de filiación intelectual ha sido para mí un maestro, Michel Foucault. Él se preocupa de todos aquellos aspectos considerados infames, olvidados, excluidos por la racionalidad. Consideramos que la historia del pensamiento es la historia de grandes autores, de textos monumentales, pero lo que muestra Foucault es que el pensamiento se encuentra también en las instituciones, en los manicomios, en la organización de la prostitución, las cárceles. En esos procedimientos de exclusión, de construcción de márgenes, es donde la racionalidad se muestra en su forma más insoportable, pero también más cotidiana. O sea que la razón no está sólo en los textos de filosofía, sino en las configuraciones de lo cotidiano, en las instituciones en las que nos desenvolvemos.
-El asunto del cuerpo y la sexualidad había sido poco tocado en España desde el punto de vista filosófico, y a mí me interesaba porque básicamente somos cuerpo. Además, la sexualidad, desde el XIX por lo menos, se ha convertido en un ámbito de significado privilegiado y de intervención política, por la vinculación por la reproducción. Es un lugar donde se conforman tipos de personas: la prostituta, el homosexual, y la sexualidad, y es a la vez un tema de placeres y de sufrimientos. Tiene esa ambigüedad que la hace interesante.
-¿Qué te parece la crítica actual a Foucault?
-Más que a Foucault, que es una especie de clásico y yo también lo he criticado en alguno de mis libros, lo que se está censurando mucho es el llamado «pensamiento 68», sobre todo en Francia, donde algunos «filósofos oficiales» fabricaron ese rótulo de efectos denigratorios. Lo acusan de haber sido nefasto, de llevar a la quiebra de los grandes valores occidentales. Lo identifican con una especie de irracionalismo, con el narcisismo consumista, con la pérdida de referentes universales clásicos, como los derechos humanos. Hay una serie de intelectuales franceses que han producido esa etiqueta, por ejemplo Luc Ferry, en una estrategia de devaluación, muy neoliberal, de formas de pensamiento crítico, que han tenido gran proyección además en Francia, o en Estados Unidos, donde ha servido para articular minorías culturales, movimientos alternativos, de gays, de lesbianas, transexuales, etc. Foucault, Deleuze, Derrida, en realidad representan el pensamiento francés más creativo, más productivo de los últimos 50 años y muchas de las cuestiones que plantean están plenamente vigentes. Pero hay una tendencia a excluirlos o a domesticarlos. El que era ayudante de Foucault en el Colegio de Francia es ahora mismo un intelectual asociado a una multinacional muy importante. Hay también un anarcoliberalismo que se ha apoyado en Foucault para criticar el Estado del Bienestar.
-Claro, está dentro de esos parámetros. Estos autores, desde el momento en que cuestionan que las vidas se tengan que regir por esencias preestablecidas, suministran antídotos muy fuertes contra todo tipo de fundamentalismo; desde el momento que te revelan el carácter histórico de cosas que consideramos transcendentes, y que en cambio son «humanas, demasiado humanas», y por tanto son alterables, introducen un tipo de pensamiento perturbador porque cuestiona cierta actitud complaciente en relación con el legado liberal universalista occidental. Es verdad que ha habido usos abusivos, de tipo identitario. A Foucault lo han usado tanto neoliberales como gente de Herri Batasuna, lo que prueba que es un clásico, en realidad. No se le puede encasillar.
-Ponemos a prueba cómo el modelo de Foucault para estudiar la historia de la homosexualidad ha sido pensado para el ámbito cultural noroccidental europeo, pero hace aguas cuando se aplica a la cultura mediterránea, latina, que tiene una manera de entender la homosexualidad muy distinta. Por ejemplo, aquí la identidad no ha tenido mucha importancia, la auto organización política de los homosexuales es algo importado, del modelo anglosajón. En cambio, existía la práctica. La gente reconocía que practicaba la homosexualidad, pero eso no significaba que tuviera una identidad especial. Era como si le gustaba el pescado o la carne. Otras categorías, como la posición activa o pasiva aquí tenía mucha importancia, pero en el mundo noroccidental no tanto. Por ejemplo, la categoría psiquiátrica de la homosexualidad no aparece en España sustituyendo al sodomita, como una categoría teológica o moral, sino que se mezcla con categorías antiguas, con la propia división entre activo y pasivo
-El libro, que por eso se llama Los invisibles, es un intento de sacar a la luz un ámbito de la historia muy poco conocido. Ahora se conoce mejor la represión de los homosexuales en la España de Franco, pero no la subcultura gay surgida en las ciudades españolas a fines del XIX. Es una tarea de recuperación de la memoria de una minoría que ha sido invisibilizada, mucho más antigua de lo que se supone. Hemos intentado sacar a la luz no sólo unas formas de vida, también todos los prejuicios, la homofobia que ha recubierto a esa minoría.
-En las sociedades postmodernas se está sustituyendo el control externo por la autorresponsabilización de tareas. En el modelo fordista de organización del trabajo era muy importante la figura del inspector, pendiente de la disciplina de los trabajadores en la cadena de montaje, ahora cada vez más el trabajo se hace por proyectos en los que uno se responsabiliza de desarrollarlo en un tiempo determinado y no participa incluso de los beneficios, se convierte cada vez más en empresario o auto-empresario. El control se apoya en el autocontrol. Vinculado a esas nuevas maneras de management, que son nuevas maneras de gobernar las conductas de la gente, no digo mejores ni peores, las políticas del Estado del Bienestar cada vez hablan menos de parados y más de personas que trabajan para aumentar su empleabilidad, haciendo cursillos de autoestima, de cómo hacer un currículo y cada vez más las formas de ayuda social se dirigen hacia que uno se ayude a sí mismo. El Estado no va a subsidiar a todos los que estén en paro, sino a quienes demuestren que están trabajando para mejorar su empleabilidad. Se gobierna la vida de la gente obligándole a ser libres.
-Toda esta cultura de autoayuda se ha convertido en el último mohicano de los grandes relatos. Después de haber caído los grandes relatos del socialismo, de la sociedad sin clases, del anarquismo o de una sociedad cada vez mejor gracias al libre mercado, incluso el metarrelato de Fukujama, que se ha venido abajo después del 11-S, el que queda es el de la realización personal. Aquí prolifera una literatura inmensa (autoestima, inteligencia emocional, etc..), incluso una filosofía, todos estos libros de terapia filosófica, «Más Platón y menos Prozac» etc, son en realidad una vehiculación de la filosofía hacia ese mercado de cultura de la autoayuda, que está muy relacionado, que es lo que yo intento mostrar, con nuevas maneras de gobernar a la gente en el mundo empresarial y las empresas públicas. No es un asunto privado o moral, sino también político.
-¿Se trata, también, de una búsqueda de los resortes del poder?
-Ver cómo dentro de procesos aparentemente no políticos, que son personales, está presente la política en sentido amplio, como la manera de gobernar a las personas. En una época en la que se nos intenta decir que todo lo político es personal, incluso en los medios de comunicación, no digamos en la televisión, lo único que se propaga es lo privado. Hay una tendencia a mostrar que incluso lo político es puramente personal , que si tú en tu trabajo no rindes o tienes problemas familiares por la mayor exigencia y horario, eso en realidad no es político, sino que tú no sabes administrarte bien, gestionar bien tu vida, no eres un buen empresario de tí mismo. Eso de arregla con psicoterapia, o mediante autoayuda Bueno, cuidado, ahora que se trata de decirnos que lo político es puramente personal es cuando más tenemos que darnos cuenta de que lo personal es político.
-Sí, es la idea de que si a ti no te va bien en la vida no culpes a la colectividad, es asunto tuyo, Una idea muy calvinista, además, «Dios ayuda a quien se ayuda a sí mismo». Esto lleva a personalizar o psicologizar problemas que son interpersonales, conflictos entre familia, de condiciones de trabajo, de estructuras familiares.. todo se elimina con la idea de que todo es cuestión de que tú no sabes dirigir bien tu vida, y aparecen nuevas figuras tutelares, como el coach personal, No es una cultura psicológica de curar, corregir lo patológico, sino potenciar la riqueza que hay en nosotros, lo que llaman los anglosajones el empowerment, y está hasta en las series de televisión, una cultura psi, una cultura del yo, muy vinculada a la idea de que la única utopía hoy es la de la realización personal. Encontrarme yo lo más a gusto posible.
-Este individualismo narcisista coincide con un revival de la religión. Pero no de la religión tradicional, sino de la religión a la carta. La gente quiere consumir más religión, pero no la impartida, en el caso español, por la Iglesia católica, sino por vías nuevas, de ahí la aparición de gente que se hace budista, mezclas entre religión y psicología, el yoga, o una interpretación sui generis de la propia tradición católica, desvinculada de la tradición. Al lado de esto se dan otros movimientos. En un mundo en que hemos perdido el metarrelato laico de referencia en que los grandes valores de la modernidad están en cuestión, en esa especie de vértigo en que el mercado global gobierna nuestras vidas, como una reacción contra eso hay un afirmación identitaria agresiva, tanto nacionalista, patriótica, en un momento en que la idea de soberanía estatal está en quiebra, como religiosa. En este mundo global en que «todo es líquido», como dice Zygmund Bauman, la pareja, el amor, el trabajo, necesito algo sólido para orientar mi vida. ¿dónde lo encuentro? En la fe patriótica, en la fe religiosa, afirmada como una invención de una tradición.
-Hay una dualidad entre un pragmatismo muy acentuado en la vida pública, y a la vez, como si fuera un suplemento de alma de ese pragmatismo, una búsqueda de enriquecimiento en la vida privada a través de la autoayuda, la religión, la nueva espiritualidad. Uno sigue en los periódicos el papel que tienen algunos filósofos, o seudofilósofos, Coelho, por ejemplo, Marina estaría tal vez en el límite, Savater no tiene nada que ver con esto, que consiste en suministrar un suplemento de alma a gente imersa en entornos muy competitivos (brokers, cuadros altos de multinacionales, diseñadores de moda, etc..), que se mueven en las selvas urbanas, que viven en un pragmatismo brutal. Es como una compensación dirigida a la esfera de la intimidad.
-El problema es una vuelta a sí que lleva como utopía última a una atomización social, a la autorrealización personal. Los manuales de autoayuda en lo que más hacen hincapié es en la independencia, uno no debe depender de la opinión de los demás, se potencia una actitud muy insolidaria. El gran estigma hoy es el dependiente, sea de las ayudas del Estado, del bienestar social, sea de la ayuda de los demás. Tú no tienes que pensar en el qué dirán, tú tienes que ir a lo tuyo, incluso en el ámbito familiar, respecto a tu pareja, primero está tu felicidad personal. En los libros de autoayuda eso es el abc. El sufrimiento viene, dicen, de que queremos satisfacer a los demás, pero de eso tenemos que pasar. Un cultivo de sí que o bien lleve a una atomización o un encapsulamiento de uno mismo, o a crear pequeñas comunidades de sentimientos -exdivorciados, padres de esquizofrénicos, etc - que son en el fondo formas de agrupación política, de comunidades de autoayuda, gente que se une porque comparten un trauma, son unos horizontes de solidaridad muy respetables pero limitados, muy individualistas. El peligro es la tendencia a una insolidaridad creciente. De gente privilegiada que vive en urbanizaciones atrincheradas, con perros y vigilantes, y por otra parte una masa de depauperados que están en el exterior.
-Pero también asistimos a un auge de la solidaridad casi como una nueva ideología
- Sí, también en un auge de festivales étnicos, de mercados del mestizaje, para acallar la mala conciencia del racismo cotidiano, que suele afectar no a las personas de estatus elevado, que no tienen que convivir con los inmigrantes, sino a la gente que está en una situación más precaria, por ejemplo laboral, que es donde se dan más los casos de racismo.