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La tutela de Putin convierte las legislativas rusas de hoy en un referéndum presidencial

Los sondeos otorgan al partido del jefe del Kremlin un 60% de los votos, mientras se teme que haya fraude en el recuento

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Nadie diría que en Rusia se celebran hoy unas elecciones. Los únicos carteles que se ven por todas partes en Moscú son los del partido Rusia Unida y su cabeza de lista, el presidente Vladímir Putin. Más bien parece una de esas consultas populares que suelen organizar los dictadores para continuar en el poder y demostrar que cuentan con respaldo suficiente. Y así es precisamente como Rusia Unida presenta los comicios de hoy, como «un referéndum en apoyo de Vladímir Vladímirovich Putin, nuestro líder nacional».

Un total de 107 millones de rusos han sido convocados a las urnas para elegir a los 450 diputados que componen la Duma, la Cámara baja del Parlamento. Por primera vez, la votación se hará por el sistema de listas cerradas de partido o proporcional. Antes era mixto, ya que podían concurrir candidatos nominales en lista abierta: la mitad de la cámara se elegía por el sistema mayoritario y la otra por el proporcional. Otra novedad es que el tope mínimo necesario para acceder al reparto de escaños ha sido elevado del 5% al 7%.

Hay once partidos en liza: Rusia Unida, el favorito absoluto de las encuestas; Rusia Justa, creado por el presidente del Consejo de la Federación (Senado), Serguéi Mirónov; el Partido Comunista, de Guennadi Ziugánov; el Partido Liberal Democrático de Rusia (LDPR), dirigido por el ultranacionalista Vladímir Yirinovski; la formación liberal Yábloko (Manzana), liderada por el economista Grigori Yavlinski, y la Unión de Fuerzas de Derecha (SPS), con el ex ministro Borís Nemtsov y Nikita Belij a la cabeza. Están también inscritos otros cinco partidos, pero carecen de posibilidades: Fuerza Cívica (centrista), Partido de la Justicia Social (centrista), Patriotas de Rusia (ultranacionalista), Partido Agrario (izquierda) y Partido Demócrata (liberal).

Amplia diferencia

El último sondeo, publicado el pasado lunes, otorgaba a Rusia Unida más del 60% de los sufragios, casi el 13% al Partido Comunista y el 8% al LDPR de Yirinovski. Rusia Justa se situaría en la frontera del 7%, al borde del abismo. Yábloko y SPS se quedarían sin representación con resultados cercanos al 5% cada uno.

Pero, pese a la dura realidad, la oposición confía en un milagro de última hora, en que los rusos no se dejen manipular por la apabullante propaganda oficial y propinen un rotundo voto de castigo al partido de la 'nomenklatura', la burocracia y la corrupción. El antiguo consejero del fallecido presidente Borís Yeltsin, Gueorgui Satárov, sostiene que «los rusos no suelen decir lo que realmente piensan cuando les aborda un encuestador realizando un sondeo sociológico».

Por si acaso, el Kremlin ha apretado bien las tuercas para evitar sorpresas. Putin, no sólo ha monopolizado la campaña en los medios de comunicación, sino que, desdeñando la opinión que de Rusia se puedan hacer en Occidente, ha perseguido y encarcelado a la oposición sin miramientos. Un candidato de Yábloko fue asesinado a tiros hace diez días en Daguestán.

El ex campeón de ajedrez, Gari Kaspárov, que ha pasado esta semana cinco días confinado en los calabozos de la Dirección Central de la Policía de Moscú, cree que habrá fraude también durante el escrutinio. Ha sido denunciada ya la falsificación de documentos que permiten votar en cualquier colegio electoral. Esos talones se entregan a militares u otras personas desplazadas que, en el día de los comicios, no pueden acudir a su circunscripción electoral. Además, va a ser imposible supervisar el recuento de votos, entres otras cosas, porque han sido invitados sólo medio centenar de observadores occidentales.

Putin ha planteado su campaña electoral en términos de «yo o el caos», metiendo miedo con la repetición de un desbarajuste similar al que caracterizó la década de los 90 en Rusia, si el Parlamento cae en manos de otras fuerzas. Ha llamado «chacales» a los líderes opositores y arremetido duramente contra Europa y EE UU, a los que acusa de «desear ver a Rusia de rodillas». Tendrá que dejar el Kremlin tras las elecciones presidenciales del próximo 2 de marzo, ya que la Constitución no le permite optar a un tercer mandato. Putin, no obstante, pretende seguir influyendo en la política cuando abandone la presidencia. Para ello y para poder realizar su 'plan', cuyo contenido no conoce todavía nadie, ha pedido el voto para Rusia Unida.

Los colegios abrirán a las ocho de la mañana y cerrarán doce horas después, pero, debido a que Rusia abarca once husos horarios, la jornada se prologa por espacio de 22 horas desde ayer. Para incentivar la participación, se han habilitado autobuses para los electores y comida gratis en cada lugar de votación.