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«Somos los ojos de la calle»
Su espacio ha elevado a categoría de género los reportajes de denuncia social
Actualizado: GuardarHa puesto el dedo en la llaga al elevar a categoría de género los reportajes de denuncia social, un rara avis de la televisión actual. Carolina Cubillo, directora de Callejeros (Cuatro), cogió tablas en Quién sabe dónde junto a Paco Lobatón, en los 90 cubrió desastres humanitarios y luego creó el original y premiado Mi cámara y yo, de Telemadrid, un formato que asentó las bases de Callejeros, que ayer cumplió cien programas, y Vidas anónimas (La Sexta). El equipo de Cubillo está formado por seis reporteros y cuatro cámaras.
-Tiene mérito que un programa como Callejeros triunfe en la tele actual.
-Pues sí. Somos unos suertudos. Es una conjunción de factores: hacemos un producto auténtico, honesto, que llegó en un momento en el que las teles requerían un espacio ligado a la realidad, sin grandes artificios.
-La denuncia social es el denominador común del espacio pero, ¿qué repercusión tienen los reportajes emitidos?
-Remueve conciencias y en alguna ocasión las instituciones intervienen. Por otra parte, mantenemos contacto con los protagonistas de los reportajes, como un malagueño que acaba de entrar en prisión u otras personas que nos cuentan cómo les va a través del correo electrónico.
-¿Cuál es el espectador tipo?
-Hombre y mujer de 20 a 40 años. Clase media, media-alta. Culta, trabajadora y con hijos. Un espectro muy comercial.
-¿Cómo preparan los temas?
-Decidimos el tema, selecciono a un reportero, elaboramos el guión y la documentación, salimos a la calle y, sobre la marcha, cambiamos o no el rumbo del reportaje dependiendo del material que tengamos. El equipo tiene mucha libertad para actuar, hay mucho de autor.
-¿Cuánto tiempo se necesita para emitir un reportaje de 35 minutos?
-Cada reportaje requiere más o menos un mes de producción. ¿Pero un mes de 16 horas al día! Un tiempo que el espectador no ve.
-¿Cuál es el programa que más le ha llegado?
-Suelo decir que el que más me gusta es el que queda por hacer. Sin embargo, reconozco que hay momentos inolvidables, que emocionan a todo el equipo. Somos los ojos de la calle, en búsqueda constante de la realidad.
-¿Y a la audiencia?
-El de ¿Comida basura? ha sido el que mayor repercusión ha tenido: 2,3 millones de espectadores, un 13% de la cuota de pantalla.
-Callejeros da voz al extracto social más necesitado, ¿por qué sus personajes no llevan traje y corbata?
-Hay pocos, pero aparecen. Nuestro lema es el compromiso con las cosas que pasan, y eso no entiende de clases sociales. Unas veces aparecen ricos, otras pobres y otras más, medio pensionistas.
-¿Ha pensado llevar estas historias a la gran pantalla?
--No lo había pensado pero otros ya lo han hecho por mí. De hecho, ya hay algunos reportajes que han acabado en documentales.
-Ha tenido que eliminar alguna imagen por su crudeza.
-Sobre todo cuando emitimos historias de drogadictos y de niños. Por sentido común y autorregulación propia del programa.
-¿Cree en la cámara oculta como instrumento de denuncia?
-En general se hace un uso abusivo de ella, un error periodístico grave, porque es más fácil conseguir lo que quieres. Es como si yo pagara por grabar una historia.