trabajadora y madre
LA GLORIETA Aún suena el teléfono de mi mesa de trabajo a raíz de la información que publiqué en la edición de ayer, en la que daba cuenta de cómo una madre se había quedado sin la custodia de sus hijos por orden de una jueza, la cual se inclinaba a favor del padre porque tiene más tiempo para sus pequeños al estar incapacitado. El único pero que a esta trabajadora se le ponía a lo largo de una escuetísima sentencia de dos folios, es su condición de currante fuera de su casa, y permitidme esta matización porque las amas y los amos, que son menos, de casa también trabajan y mucho.
Actualizado: GuardarIndignante, increíble, inverosímil son sólo algunos de los calificativos -los más elegantes por supuesto- que llevo escuchando desde que ha salido a la luz la historia particular de esta isleña. Muchos de esos epítetos salen de las bocas de otras tantas mujeres, que compaginan como buenamente pueden sus responsabilidades laborales y aquellas otras que asumieron cuando dieron a luz.
Dirán muchos hombres que el batallón feminista se ha vuelto a poner en pie de guerra y que las mismas que piden igualdad ahora se contradicen y barren para su casa. Pero queridos míos, estamos hablando de cómo se debe valorar la capacidad de una persona a la hora de criar a sus pequeños y el tener un contrato laboral me parece a mi, que nada influye. Pero, además, se da la triste paradoja, que en este caso concreto la propia juez reconoce, que la mujer ha sido la que siempre se ha ocupado de sus niños, que su horario como maestra coincide con la jornada escolar de los hijos, y que es digna de alabanza por compatibilizar trabajo, casa, niños y hasta una carrera universitaria. Si todo esto no es suficiente, ¿qué más debemos demostrar las mujeres?