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Chávez se da un baño en una 'marea roja' de leales en el cierre de campaña
El general Baduel compara la consulta de mañana con el golpe de 2002 contra el actual presidente
Actualizado: GuardarEn algo han coincidido los partidarios y detractores a la reforma constitucional propuesta por Hugo Chávez: cerrar las campañas por el «sí» y por el «no» en la emblemática avenida Bolívar de Caracas, tradicional feudo del oficialismo. Convocados por los estudiantes y los partidos políticos, decenas de miles de opositores al presidente venezolano se concentraban el jueves para rechazar un proyecto que concentrará más poder en el mandatario. Ayer, un número aún mayor de leales al comandante -acarreados desde todos los rincones del país- cerraban filas con su líder en una inmensa marea roja.
A la cita con el «sí» acudió la base dura del chavismo: el pueblo llano que entra en comunión con un presidente que habla para ellos y como ellos; esas clases populares que, tras décadas de invisibilidad, hacen oír su voz y valer su voto gracias al más destacable -si no el único- logro de ocho décadas de Revolución Bolivariana. Mientras, entre los corresponsales extranjeros seguían circulando nuevas encuestas (prohibidas desde el pasado lunes), a las que por prudencia conviene descontar una posible carga de manipulación por ambos bandos. Con todas las reservas, se puede prever una alta participación (superior al 60% del electorado) y un resultado muy estrecho. Los escenarios con mayor número de votantes dan, sistemáticamente, la victoria al «no».
El margen en uno u otro sentido se ajustaría gracias a que entre quienes rechazan modificar 69 de los 350 artículos de la Carta Magna de 1999 (que se presentan al electorado en dos bloques: los redactados por Chávez y los que planteó después la Asamblea) aparecen varios aliados del oficialismo, como el partido Podemos o el general en la reserva Raúl Isaías Baduel, ministro de Defensa hasta julio pasado.
Un fraude
En diversas intervenciones, Baduel insistía ayer en que «la reforma constitucional supone un fraude que, de materializarse, sería la consumación de un golpe de Estado». El militar establecía «un paralelismo con los hechos de abril de 2002, cuando una Junta de facto usurpó el poder legal y legítimamente constituido en nuestro país esgrimiendo la Carta Magna de una manera sesgada. Con la misma espada y palabra con la que este pueblo se dio esta Constitución se pretende (ahora) matarla».
Con su intervención en aquellos oscuros sucesos, al frente de la 42ª Brigada de Paracaidistas de Maracay, Baduel restituyó a Chávez en la presidencia, que había sido ocupada -ante un «vacío de poder», según dictaminaría meses después el Supremo- por el líder de la patronal, Pedro Carmona, cuya primera medida fue la disolución de la Asamblea y la destitución de todos los cargos públicos electos.
Por último, la organización no gubernamental Human Rights Watch, que vela por el respeto de los derechos humanos en todo el mundo, ha advertido de que la capacidad que la reescrita Constitución otorgaría a Chávez de decretar estados de excepción podría amenazar derechos fundamentales.