Wineland, el paraiso del vitivinícola
CALLE PORVERA Fuentes de vino fino, lluvia de Pedro Ximénez, lagos de vinagre y cabalgatas encabezadas por el muñeco de Tío Pepe con el castillo bodeguero en el fondo de la campiña. Es Vinolandia -Wineland, para el mundo guiri-, el paraíso vitivinícola. Una alegoría del vino que se crea sólo en mi cabeza, pues supongo que poco tiene que ver con ese «parque temático del vino» del que habla Antonio Arcas, organizador del I Congreso Internacional de Turismo Enológico. Este profesor de la Universidad de Cádiz apunta hacia las diversas posibilidades que ofrece el mundo del vino y que Jerez aún no se ha atrevido a explotar. Es decir, ya que no vendemos botellas, busquemos alternativas. Hace mucho que no se nos da demasiado bien el tema de ganar dinero vendiendo nuestro vino. No seré yo -que no tengo ni idea- el que busque las causas por las que nuestro caldo se ha devaluado, ha perdido prestigio a nivel internacional o no nos ha quedado otra que tirar por la vía del vinagre. Pero lo cierto es que parece que ahora se nos da mucho mejor lo de recibir a foráneos en nuestra tierra para que disfruten de sus vacaciones. Gran parte de la economía jerezana se sustenta del turismo, por lo que si unimos el nombre del producto que ha dado a conocer internacionalmente este lugar con el turismo, el resultado no puede ser más que beneficioso.
Actualizado: GuardarDe hecho, parece que ya hay mucho trayecto caminado, pues Jerez puede contar a corto plazo con medio centenar de centros de visitas relacionados con el turismo vinatero. Si a eso se le une la enorme tradición, la hospitalidad del jerezano, así como la infraestructura de bodegas, sólo queda aglutinarlo y colocar un cartel en la entrada de la ciudad para convertirnos en Wineland, el paraíso del vitivinícola.