El novillo, a su paso por una de las calles del centro de Ciudad Rodrigo. / CARLOS GARCÍA-EFE
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El novillo escapado

Reducen a un astado que causó el pánico en las calles de Ciudad Rodrigo tras escaparse de camino al matadero

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La tranquilidad que caracteriza las mañanas de Ciudad Rodrigo se tornó ayer en sobresalto para muchos al comprobar que un novillo campaba a sus anchas por algunas de las calles más céntricas del municipio salmantino. La niebla y el frío quedaron en un segundo plano hacia las nueve de la mañana, justo en el momento en el que un astado se escapó de una finca próxima al casco urbano, cuando su dueño lo estaba cargando en un camión para llevarlo al matadero.

La huida del animal se inició en la Avenida de Béjar para continuar por las Calle Yurramendi y Avenida de España, evitando a todo el que se encontraba a su paso, vehículos incluidos. La expectación fue máxima cuando el novillo llegó a la zona conocida como el cruce, y la gente de los bares próximos comenzaron a percatarse de lo que sucedía.

«Un toro, un toro», gritó uno de los habituales del Restaurante El Cruce y, acto seguido, todos sus compañeros de tertulia se acercaron hacia los ventanales para contemplar el espectáculo.

Algunas voces reclamaban cerrar las puertas del local; otros, más atrevidos y en tono jocoso, pedían una chaqueta para tentar a la res.

Minutos después, el animal volvía a arrancarse hasta la travesía de la carretera de Lumbrales, donde pudo ser atajado por los efectivos de la Guardia Civil y Policía Local que lo introducían en una nave de la cooperativa agraria Cobadú. Varias horas después, el animal fue recuperado por su propietario que ahora sí, y sin ningún tipo de anestesia, conseguía introducirlo en el camión y transportarlo a su destino inicial: el matadero.

A partir de ese instante, lo que corría por las calles como la pólvora ya no era el novillo, sino el chascarrillo. «¿Tú no te has encontrado con el toro?», se preguntaban unos vecinos a otros.

«Tampoco era tan grande», aseguraban los que no lo habían visto y querían desmerecer el mal rato pasado por los que, en primera persona, vivieron la experiencia.