![](/cadiz/prensa/noticias/200711/29/fotos/010D4JE-JER-P1_1.jpg)
El aventurero jerezano
El monumento a Álvar Núñez Cabeza de Vaca simboliza y recuerda al hijo más intrépido que ha dado la ciudad
Actualizado: GuardarDesde la calle Ancha parece que Álvar Núñez Cabeza de Vaca quiere abrirse paso y conquistar su ciudad natal. Simboliza la vocación de explorar lo desconocido. La fuerza que despliega la escultura que hiciera Eladio Gil Zambrana hace dieciséis años estará siempre presente para las generaciones venideras. A pesar de ser uno de los jerezanos más insignes, Cabeza de Vaca no está muy bien ubicado en la memoria de gran parte de sus conciudadanos. «Me parece que era un guerrero, ¿no?», comenta una estudiante que baja por la calle buscando la Porvera. Una señora que viene de hacer las compras tampoco se ha fijado mucho. Está más pendiente de las bolsas del pescado, pero se para y arguye que «está arrinconado, casi escondido. Si dice usted que fue tan importante, ya podían haberlo puesto en la Plaza del Arenal porque aquí casi ni se ve».
Parece que no pasa hoy por la calle ningún profesor de Historia. O quizá sea que los jerezanos tienen mejores cosas en las que pensar que en descifrar quién es ése señor casi enigmático que porta un hacha y avanza con leve zancada de su pierna derecha, como si fuera un nazareno pero sin cruz al hombro.
El conquistador de la Florida, prisionero de los indios durante años y conocedor de sus culturas, hizo dos viajes al Nuevo Mundo. El primero tuvo que ser una odisea. Naufragó la expedición de un tal Pánfilo Narváez y los pocos supervivientes estuvieron deambulando por el continente durante años, hasta conseguir avistar de nuevo a españoles y unirse a ellos. Cuenta -no se sabe bien si la leyenda o la historia- que desposó con indígena y tuvo hasta dos hijos. Una vez de regreso a España, fue nombrado Segundo Adelantado del Río de la Plata, y volvió en su segundo viaje. Pero sus gobernados lograron devolverlo a España con grilletes siendo desterrado a África hasta que Felipe II lo indulta.
Cuando se cuenta la aventurera vida de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, a muchos jerezanos se le ilumina la mirada. «No sabía que fuera tan interesante», comenta la estudiante tras el breve repaso por su vida. «Tendré que leer algo sobre él», sentencia. Naufragios, que es el libro donde recogió su vida, es lectura muy adecuada. Y buscando la Porvera más de un viandante se va con la idea clara de que se trata de uno de los nuestros.