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MAR ADENTRO

La reindustrialización de Ignacio Espeleta

Vale que el Consejo de Gobierno andaluz marcara paquete ayer en Cádiz: 1.590 millones de euros de cara a la reindustrialización para la Bahía de Cádiz a través de 50 actuaciones que se desarrollarán hasta el año 2013 y que habrá que sumar a los dineros del ministerio de Industria. Se trata, según el proyecto elaborado por las consejerías de Empleo y de Innovación, Ciencia y Empresa, de un Plan de Mejora de la Competitividad y el Desarrollo de la Bahía.

JUAN JOSÉ TÉLLEZ
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De algo sirvieron las manifestaciones, no siempre en régimen de calma chicha, que sacudieron a este confín durante los años 70 y 80: entonces, se reclamaba el fin del monocultivo industrial de la Bahía, que estaba unívocamente en manos del sector naval. Aquel solitario de astilleros se rompió con la llegada de la General Motors, luego reconvertida en Delphi hasta su reciente cierre, que nos volvió a dejar sobreviviendo de la mano ajena; esto es, como en la vieja copla, pendientes de si pone cara mala o buena el almirante que ha mandado Hugo Chávez para supervisar la construcción de las lanchas en la factoría gaditana de Navantia.

Algo ha cambiado: en aquella época, hacía falta tirar toda la gama blanca de electrodomésticos por el balcón para que la administración mandase soluciones en vez de antidisturbios. Ayer, la Junta de Andalucía se plantó en Cádiz, donde nació en 1978, para decir que aquí está el tío y que no sólo trae palabras sino proyectos y cash. Ahora, lo que hace falta es que esta pasta gansa no se distraiga y que no se deje que las empresas cómplices de esta iniciativa se hagan las suecas como Boliden, que se juannajó del Guadiamar, a punto de dejar Doñana como Galicia bajo el chapapote.

Está bien que el PP reclame suelo industrial: ya estoy viendo la planta de energía fotovoltaica sobre las ruinas del cementerio de San José. Estupendo que los ecologistas incidan en el desarrollo sostenible. Del carajo que el sector turístico exija que las chimeneas no maten a la gallina de los huevos de oro. Y bravo por los trabajadores de Delphi cuando demandan lo prometido, esto es, un curro y no una simple sucesión de cursillos y catequesis. Pero lo que todo hijo de vecino que lleve empadronado tres mil años aquí sabe que no se puede contentar al mismo tiempo a romanos y a cartagineses. Esto es, que ciertas industrias no hacen bonito en los folletos de FITUR. Y que ciertas industrias no suponen más que pan para hoy y hambre para mañana si no van acompañadas de esa fórmula mágica de la Investigación más Desarrollo (I+D), en cuyo nombre tantos mangazos inútiles se han llevado a cabo. Consuela saber que, en los últimos años, la Junta ha multiplicado a la enésima potencia las partidas tendentes a consumar dicho milagro. Pero, a pesar de la cacareada segunda modernización andaluza, España debe creer todavía que Sylicon Valley es tan pecaminoso como Sodoma, Gomorra y la revolución industrial.

Por aquello del posyaque, yo le diría al presidente Chaves y a sus consejeros que nos financien un plan para que los pescadores y mariscadores puedan acogerse al paro biológico, que los conservatorios otorguen becas a los armonicistas para la formación musical de los afiladores, que puedan sindicarse los detectores de metales que siguen buscando tesoros por las playas. Y que vuelvan Ignacio Espeleta, Pericón y el Beni de Cádiz, Agustín El Melu o El Brillantina, a darnos un master de posgrado en cómo ingeniárselas para sobrevivir gracias al Estado o a pesar de él.