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Opinion

Pistas en Annopolis

George Bush, Ehud Olmert y Mahmud Abbas estuvieron ayer contenidos y casi rutinarios en sus mensajes de apertura a la cumbre de Annapolis, pero el primero dijo algo notable cuando, como segunda de las tres razones para intentarlo ahora, la insertó «en una batalla por el futuro de Oriente Medio y no se debe ceder la victoria de los extremistas». Menos es nada: la Casa Blanca reconoce, de modo muy indirecto y discreto, que la ocupación de la tierra palestina alimenta a los extremistas, que pueden ir desde los islamistas políticos no violentos hasta al-Qaeda. No es pues súbito, sino calculado el ensayo que termina con la ausencia de involucración en la crisis y con el periodo de acerba crítica a la conducta de Bill Clinton sobre el particular.

ENRIQUE VÁZQUEZ
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El último presidente demócrata, aunque acendrado pro-israelí, arropó a fondo los Acuerdos de Oslo nacidos de comités bilaterales de Israel y Palestina, no de Washington. Y cuando se frustraron forzó la conferencia de Camp David II y todavía en las últimas semanas de su presidencia la reunión de Taba con los célebres parámetros de Clinton sobre la mesa. El día 20 de ese mes de enero de 2001 se sentaba en el despacho oval George Bush y el resto es sabido: Colin Powell, su secretario de Estado, preparó, con otros varios gobiernos y la ONU de Kofi Annan, la llamada Hoja de Ruta. La fecha, posterior a la invasión de Irak, que llevó la imagen de los Estados Unidos a su más bajo nivel en los países árabes, permite creer que fue parte de un esfuerzo para enderezar esa situación.

En realidad, la cumbre, en el sobreentendido aceptado por las partes de que no era una sesión de negociación, sino de presentación del plan para relanzar el proceso de paz, ya ha concluido, con las foto-oportunidad hechas y difundidas. Bush ha creído su deber y, desde luego, su conveniencia política, intentarlo y realmente solo él y su equipo saben bien por qué, salvo que se reflexione sobre lo dicho al principio y se vea la operación como un intento de recuperar algo de credibilidad en el mundo árabe.