TRIBUNA

4 de diciembre de 1977: un ejemplo para Rajoy

Vivimos en una provincia que crónicamente se significa como la de más paro y de las de peores niveles de renta de nuestra Nación y Estado. De tanto oírlo y constatarlo en cíclicos y periódicos informes de entidades diversas, ya casi nos parece algo irremediable y consustancial con nuestra tierra. Parece como que es normal que nuestro horizonte sea el ser una provincia subsidiada cual adormidera para poder vivir y tener tranquilidad social, y que cada vez que se producen noticias sobre el desempleo no sobresalte a nadie que las Comarcas de Cádiz se lleven en su conjunto el penoso galardón de ser la cuna del paro del estado. Sí, muchos planes de reindustrialización y muchas promesas de acabar con el paro, pero lo cierto, lo constatable es que después de esas promesas que cíclicamente nos hacen, es que siempre seguimos a la cola del empleo y que raro es el año en que no se producen cierres de alguna de las pocas industrias que nos van quedando.

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Ya parece que se ve como algo casi sociológicamente genético -si se me permite la expresión- que una buena parte de nuestros convecinos y convecinas tengan que padecer la lacra del paro o la diáspora de la emigración permanente o puntual para conseguir hacer bueno el derecho constitucional al trabajo. ¿Cuántos y cuántas de nosotros y nosotras tenemos que ir a la fresa a Huelva, o a la construcción a la Costa del Sol, o al olivo a Jaén, o a la fruta a Lérida, o al servicio de la hostelería a las islas o a toda la costa del estado...? Y todo eso parece normal y ... ¿además que no nos falte! Y ya no valen generalizaciones como que nos falta formación y otros tantos tópicos que se apostillan como paños calientes para la resignación. Para muestra yo creo que a todos nos sobran los botones. Todos conocemos a jóvenes formados, con estudios universitarios y expedientes académicos impresionantes, que han tenido que dejar sus pueblos y las esperanzas de encontrar un trabajo acorde a aquello en que se han formado para, en el mejor de los casos, trabajar esporádicamente en lo que sale.

Pero todo lo que parece no siempre es, o quizás -mejor dicho- no tiene que ser. Aunque la costumbre de estar siempre a la cola nos haga pensar que nuestra naturaleza y destino es estar a la cola, esto aunque hoy es, no tiene porque ser siempre así, o -también mejor dicho- no debería haber sido nunca así.

Las posibilidades de desarrollo de nuestra tierra, por nuestra historia y cultura, por nuestros recursos geográficos y naturales, por nuestros paisajes y por nuestra gente, no se corresponden ni de lejos con el nivel de desarrollo que tenemos. Es posible los territorios de Cádiz con pleno empleo; es posible los territorios de Cádiz contribuyendo a una Andalucía de progreso y situada a la cabeza de los pueblos de nuestro Estado y Europa tanto en riqueza y bienestar como en solidaridad.

Tenemos suficientes mimbres para hacer este cesto, pero a la vez nos faltan los instrumentos para hacerlo; nos faltan infraestructuras (viarias, ferroviarias, de regadío, ...), nos faltan marcos legales adecuados para la generación de riqueza, nos falta el apoyo que otros tienen para hacer atractivas las inversiones industriales, ... pero fundamentalmente -y hoy creo que es un buen día para decirlo- nos falta «fe» en nuestras posibilidades y «compromiso» de lucha por conseguir lo que en justicia nos corresponde. No queremos que nos den peces para acallar nuestra hambre, sino instrumentos para poder pescar. Porque tenemos peces suficientes aquí y porque si tenemos los instrumentos somos capaces de pescar como el mejor.

Dentro de pocas fechas será 4 de diciembre, y recordamos todos aquel 4 de diciembre del 77. Aquel día que fue algo más que una fecha del calendario. Fue el triunfo de la «fe» y el «compromiso» de un pueblo para con algo que le correspondía por justicia. Fue un «ejemplo» de cómo cuando nuestro pueblo tiene fe y se moviliza en la lucha -pacífica pero decidida- es capaz de conseguir lo que a priori se le niega.

Desde el Partido Andalucista queremos conmemorar la efeméride de aquel 4 de diciembre -día en el que de verdad Andalucía salió de su letargo y dio muestras de lo que «cuando quiere» es capaz de hacer y conseguir- haciendo un llamamiento al compromiso con ese futuro posible a todos los ciudadanos y ciudadanas de los territorios de Cádiz.

Ya lo hemos visto y comprobado en varios lustros. Nadie nos va a regalar nada. No es cuestión de señalar a nadie ni a ningún partido o gobierno, aunque evidentemente -unos más que otros- tienen mucha culpa en nuestro deficiente desarrollo. Hoy debemos mirarnos a nosotros mismos, a todos y todas los y las habitantes de nuestra provincia, y concienciarnos de que mientras nos dejemos aletargar con subsidios de algo de pan para hoy pero para mañana ya veremos; mientras que permanezcamos impasiblemente resignados a que lo que necesitamos para nuestro desarrollo y que en justicia nos corresponde se realice a golpe de migaja; mientras nos dejemos engañar y utilizar como «pueblo» para alcanzar intereses de poder que no son los de nuestro «pueblo»; mientras no nos creamos las posibilidades reales de desarrollo que tenemos; y fundamentalmente mientras todos y todas no hagamos de todos nuestros días cuatros de diciembres, no alcanzaremos ese futuro deseado.

Aquel 4 de diciembre fue un ejemplo, un maravilloso ejemplo que no podemos consentir que caiga en el olvido de los que lo vivimos y en el desconocimiento de los que no tuvieron la suerte de vivirlo; un ejemplo a seguir por el bien de los territorios de Cádiz, por Andalucía, España y la Humanidad.

«¿Viva Andalucía libre!»