LA GLORIETA

Navidad prét-à-porter

Cuando uno de mis mejores amigos me preguntó si se podía hacer la ouija con un vaso del IKEA me di cuenta de que todo estaba perdido. Es como oficiar un aquelarre sacrificando al gallo negro (puede ser sustituido por un gato) con un cuchillo Ginsu (¿recuerdan? Era aquel que cortaba igual tomates que bombillas). Con la llegada de los fastos de Navidad pasa lo mismo. Comprar el Belén ya empaquetado parece lo mismo que reunirlo pieza a pieza, pero no lo es. Claro que comparar un Gaspar Made in China con una sesión de espiritismo prét-à-porter me parece un atrevimiento.

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Dice mi amigo que en la última sesión el Diablo, al que le gusta el mal y el capital, le recomendó que invirtiera en bolsa y en hidrocarburos. Le dijo que la leche y el pan subirían más todavía, pero que la una caducaría y el otro se pondría duro. Es lo bueno del petróleo. Llevamos escuchando veinte años que está a un tris de acabarse y cada vez hay más y más caro. Como los malos tratos. Cuando salían las señoras agredidas en el programa de Nieves Herrero llorando parecía que con esta lacra se acababa en dos días y seguimos todavía con los endemoniados de siempre. Ya ven, cosas de Lucifer. El vaso de IKEA se mueve por el tablero, niños, no intentéis esto en casa, pero se le sigue estallando en la cara a los mismos.

Cada vez se acercan más las elecciones. El Príncipe de las Tinieblas recibe diariamente cientos de correos electrónicos en los que, con el único pago de un alma ya manchada y marchita, se le pide obtener un escaño o ganar una Consejería. ¿Se dejará engañar como los votantes que, confiados, empezamos a escuchar las promesas que huelen a azufre? El juicio final del 2012 se acerca cada vez más. Esperemos que no tengamos que arrepentirnos.