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VUELTA DE HOJA

Hacer números

Si usted no tiene una empresa, lo mejor es que no haga números, salvo en el caso de que aspire a tenerla. Se sabe que un libro ayuda a triunfar, sobre todo si es un libro de contabilidad, pero también se sabe que es preferible leer otros; los que enseñan a no aspirar a ser el número uno y explican que «con el número dos nace la pena». Virgilio, que se conoce que era algo supersticioso, dijo que los dioses gustan de los números impares. La verdad es que siempre han tenido buena prensa, incluso antes de inventarse la imprenta, pero nadie ignora que con los números puede demostrarse cualquier cosa y basta con colocarlos en el lugar conveniente. Ahora estamos haciendo en España muchos números, incluidos los circenses, y no todos a cargo del voluminoso volatinero señor Moratinos. «¿Qué más da si los ochos son dieces?», se pregunta nuestro refranero, que suele dejar sin contestar sus interrogantes.

MANUEL ALCÁNTARA
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Una de cada mil mujeres denuncia en España que sufre malos tratos, pero nunca sabremos el porcentaje de las que los padecen en silencio. Mientras callen, la ley contra la violencia de género será del género tonto, pero la estadística es la estadística y si bien no ayuda a corregir algunas cosas aporta datos para saber el número de las que son incorregibles.

Estamos haciendo números sobre los inmigrantes que llegan a nuestras orillas y sobre los nativos que encallan en nuestras aceras. Dos balances desoladores. Al parecer, según quienes han tenido la santa paciencia de contarlos, con unos 30.000 los pobres que viven en la calle, pobre más, pobre menos. Una contabilidad muy difícil, sobre todo en invierno, ya que su número se altera a la medida que mueren de frío algunos y que se incorporan otros, al calor de la caridad de los transeúntes. Llevar el balance del horror ocupa tiempo. Quizá el mismo que se necesitaría para impedirlo.