Desayuno con la verdad
De todas las opiniones y declaraciones que pude recoger ayer sobre el partido del domingo la única que es cierta del todo es la de Manolo Preciado entrenador de ellos: «Desayunando, viendo la tabla, lo veré todo mejor». ¿Qué verdad más grande! Él, se levantó y se vio el segundo por arriba ¿Qué gustito! Yo me vi el quinto por abajo ¿Qué miedo! Y eso es lo que vale; no hay más. Estoy segurísimo que el partido fue un auténtico atraco; bueno, ¿y qué? Todos sabemos lo malos que son los árbitros, pero también es cierto que sólo protestan los que pierden. A lo mejor si protestaran también los que ganan harían algún caso. Pero como cuando ganamos sólo solemos decir eso de ¿qué nos han regalado? Pues nada, hoy toca joderse.
Actualizado:Por lo tanto, la única realidad es la que marca la clasificación. Cada uno está donde se merece. Lo demás es poner una tirita en el boquete de un tiro. Algunos miran para arriba -me parece muy bien-, pero deben reconocer que la lógica es mirar para abajo. Y la clasificación dice que la zona de tranquilidad se nos ha puesto a dos partidos, seis puntos.
La distancia no es lejana, pero hay once equipos por delante. O sea, que es imposible ponerse ahí ganando dos partidos seguidos, pues es imposible que los once pierdan. La escalada será penosa. El domingo, si ganamos, podríamos ascender tres puestos. Pero como resulta que Castellón, Ferrol, Alavés, Cádiz, Ejido, Xerez, Las Palmas -¿todos los de abajo!- nos enfrentamos entre nosotros es imposible ascender más de dos puestos en el mejor de los casos. Y, sin embargo, si perdemos, podemos bajar hasta el tercero por la cola. Poco que ganar, mucho que perder ¿Pesimismo? No, la cruda realidad. Lo demás son fantasías y sueños ¿inalcanzables? No lo sé. Ahora mismo simplemente sueños. Algo así como desayunar con diamantes.