Opinion

Baja expectativa

Nunca se ha visto una reunión internacional de tal nivel sobre la huidiza paz en Oriente Medio y una tan modesta esperanza de éxito: en realidad los cincuenta actores reunidos en Annapolis desde la mañana de hoy han ido allí porque es difícil hurtarse a una invitación del gobierno de los Estados Unidos.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

De ahí a juzgar la sesión como un asunto interno de los Estados Unidos vinculado a las conveniencias de la agenda política e incluso pre electoral del presidente Bush no hay más que un paso, pero nadie lo da, al menos en público. Cortesías aparte, la falta de motivación del interesado principal, Israel, es tan evidente que el primer ministro Olmert solo pudo acudir tras obtener de Washington, que cedió, la anuencia explícita para presentar la reunión como todo salvo una sesión de negociación. Olmert sabe que no puede desairar a Bush, impelido por el Informe Baker-Hamilton a involucrarse a fondo en la solución del conflicto si quiere ganar puntos ante la opinión árabe e islámica, y, además, participa de la estrategia norteamericana de reforzar al presidente Abbas, descrito como un moderado realista y, por sus adversarios, como un candidato a la esperada capitulación final palestina (la que se conformaría con lo que le den ).

La operación es inseparable de la situación regional y de la lucha contra el islamismo político como un todo y es parte del viejo y averiado proyecto del Greatest Middle East, el de una región democratizada, con gobiernos pro-occidentales, de economía liberal y con el faro de la libertad brillando desde Bagdad (la metáfora la utilizó Bush en su inolvidable discurso ante el American Enterprise Institute poco antes de la invasión de Iraq).

De modo realista y previendo decepciones, su consejero de Seguridad Nacional, Stephen Hadley, dijo el domingo a la prensa que no se debe esperar que el presidente aporte ideas específicas para la negociación y que tampoco es importante que las partes no hayan podido acordar un documento común de intenciones. Es posible incluso, dijo Hadley, que la reunión termine sin comunicado conjunto tampoco será importante.

La previsión, pues, es que se esté ante un ejercicio balsámico de relaciones públicas de alto nivel.