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Opinion

Mirada socialista

El acto de proclamación de José Luis Rodríguez Zapatero como candidato a la presidencia del Gobierno se convirtió ayer en el punto de partida de la precampaña y de la campaña que conducirán a las elecciones del próximo 9 de marzo. Acompañado por los integrantes del Ejecutivo, por la dirección de su partido y por el expresidente Felipe González, Rodríguez Zapatero quiso sin duda comparecer especialmente arropado como contraste con una trayectoria que ha ido subrayando el hiperliderazgo ejercido sobre los socialistas y con su inclinación a identificar las prioridades políticas con sus impulsos personales. El lema elegido para las semanas que precedan a la campaña propiamente dicha, La mirada positiva, pretende reflejar la diferencia que en opinión de los socialistas ha calado en la percepción ciudadana respecto a la estrategia de los populares, dando a entender que éstos representan el lado negativo de la política española. En numerosas ocasiones, como ayer mismo lo hizo Manuel Chaves, el presidente Rodríguez Zapatero ha puesto el ejemplo de su etapa como líder de la oposición contraponiéndolo a la oposición que ejerce el PP frente a su gobierno. Pero hay razones para pensar que estos cuatro años de crispada polarización entre las dos grandes formaciones españolas han sido contemplados por el Presidente y por sus más próximos con la satisfacción de ver que en ella podían empantanarse buena parte de las expectativas del PP de regresar a la Moncloa.

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Ayer el candidato Rodríguez Zapatero empeñó su palabra al comprometerse a «asegurar una convivencia mejor» que acoja y fomente «la pluralidad ideológica y la creciente diversidad española». Pero los socialistas no deberían alimentar el imaginario de una pluralidad ideológica o de una diversidad que corresponda a sus deseos y eluda la realidad de un país políticamente dividido. La indisposición popular a coincidir con el partido en el gobierno puede explicar algunas de las causas del deterioro que han sufrido los consenso básicos a lo largo de la legislatura que ahora se acaba.

Pero junto a ello los socialistas han ido definiendo una política de alianzas que en cada caso han tratado de presentar como una coincidencia unánime con excepción del PP. Esta última frase ha contribuido a desvirtuar la realidad de una legislatura en la que, junto a la renuencia del primer partido de la oposición a consensuar con el Gobierno, ha sido patente la inclinación de éste a prescindir del Partido Popular. La llamada que ayer realizó Rodríguez Zapatero para que, voto a voto, los socialistas obtengan una mayoría más amplia que la lograda en 2004 para así poder enfrentarse a la «obstrucción del PP» puede resultar tan lógica como elocuente respecto a la posibilidad de que la próxima legislatura reproduzca, aunque sea de manera atenuada, los trazos más gruesos de ésta.