A Del Cerro le viene Grande
El colegiado madrileño propició la derrota del Cádiz en El Molinón con cinco jugadas decisivas en las que perjudicó gravemente a los amarillos
Actualizado: GuardarDel Cerro Grande. Un nombre que será difícil de olvidar. Hasta el día de ayer, era portador de buenas noticias en forma de triunfos amarillos. Pero no porque la camiseta amarilla le fuera simpática, sino porque se dieron en Carranza. En El Molinón, demostró que es un árbitro casero, casero, de esos que mueren por la batita y el sofá. El colegiado madrileño perjudicó gravemente a los gaditanos, midiendo con distinto rasero cada acción en la que se veían enfrascados jugadores de Cádiz y Sporting. A veces puede sonar a excusa, pero con una actuación arbitral acertada, de esas que pasan desapercibidas, el equipo de Calderón podría haber incluso ganado en tierra asturiana. Con una camiseta amarilla fosforito, para no coincidir con la plata y negra del Cádiz, Del Cerro comenzó con fuerza.
Para empezar, una jugada en la que dio una patada al reglamento. Barral se ayuda clarísimamente con la mano para controlar un balón y el trencilla señala falta, pero se le olvida la cartulina. El partido es de guante blanco y parece no querer emponzoñarlo con amarillas rigurosas pero justas. Hasta que en el 34 llega la jugada clave. Gonzalo Vicente realiza una obstrucción y el árbitro deja seguir hasta que el Sporting pierde la pelota. El rugir del respetable es tremendo y Del Cerro lo silencia con una roja tan rigurosa como inesperada. Pocos minutos después, deja sin sanción una clara entrada por detrás de Pina merecedora de la segunda tarjeta.
Y en la segunda parte, aún peor. Señala el penalti sobre Casas, pero deja en amarilla el agarrón de Gerard en manifiesta ocasión de gol. Para colmo, manda repetir el penalti, ya transformado, aduciendo que habían entrado varios futbolistas en el área. Prácticamente, en todas las penas máximas siempre hay un futbolista que pisa la línea del área y casi nunca se repite. Para colmo, Casas lo falla. La última pifia, la que desesperó a todos, fue la acción en la que Morán arrebata el balón de la mano a Contreras enseñándole todos los tacos de la bota. El jugador local se aprovecha de que Del Cerro no pita falta y marca el gol de la sentencia. Ya había sido suficiente. En el minuto 92, acierta expulsando a Casas por agredir a Castro. Y parte de la responsabilidad de esa última tangana la tiene él. No lo olviden. El de negro. Del Cerro Grande.