Cristo rey y los sin techo
Este domingo los cristianos terminamos el año litúrgico con la solemnidad de Cristo Rey del Universo. Las pasadas beatificaciones en Roma de 498 mártires españoles del siglo XX nos legaron el testimonio de perdón y reconciliación. Muchos de ellos murieron confesando «¿Viva Cristo Rey!». Los poderes, reinos e ideologías de este mundo pasan y mientras que el Señor Jesús, alfa y omega de la historia, permanece. Jesucristo es él único absoluto que salva a los hombres. Su realeza tiene poco que ver con los sistemas políticos dominantes. Su muerte en la cruz es la prueba del fracaso de todo tipo de triunfalismo puramente humanos. Pero al mismo tiempo en la cruz nos revela que el Reino de los cielos ha llegado en el crucificado amado de Dios y objeto de burlas por parte de las autoridades judías, de los soldados y de uno de los malhechores crucificados con Él: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo si eres tú el rey de los judíos ». Cuando todas las circunstancias parecen desmentir la posibilidad de salvación, hubo uno que dio con la clave de la realeza del Dios crucificado. Es el buen ladrón, que reconoce con humildad la diferencia del suplicio del Nazareno y el de ellos. Él deposita su confianza en la realidad de la persona de Jesús abandonado y obtiene como resultado la mejor promesa que puede oír las súplicas de los menesterosos de la tierra: «Jesus, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Jesús le respondió: te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso» (Cf. Lc 23,35-43).
Actualizado: GuardarPues bien, durante este mes, Cáritas está trabajando y potenciando una campaña en favor de las personas sin hogar (PSH), que en la jornada del domingo 25 de noviembre celebra este año el Día de los Sin Techo bajo el lema Por una salud digna para todos. Con ella se quiere denunciar las barreras que la gente sin techo ni hogar sufren en el acceso a la salud como pérdida de ciudadanía. ¿Quiénes son y dónde están? Estos son los que parecen que forman parte del paisaje urbano, porque viven y duermen al descampado o refugiados en algún recodo de nuestras calles, cercanos a nuestros domicilios.
En la Unión Europea se estima que hay alrededor de 3.000.000 de personas sin hogar y otros 15.000.000 que habitan en viviendas precarias. La precaria salud es causa o efecto del sinhogarismo, cuyas personas ven reducida su esperanza media de vida en 20 años respecto al resto de la población. El estigma y la discriminación que sufren las personas sin hogar en razón de sus enfermedades, los convierten frente a la sociedad en «personas indignas». A todos ellos, como en el caso del buen ladrón o como lo confesaron nuestros mártires, llega la liberación del Reino de Dios. En estos nuevos crucificados, que son los últimos de la sociedad del bienestar y los predilectos del Padre, también se manifiestan la salvación del Rey de reyes. No seamos como las autoridades y plebe judías que frente a Jesús maltratado, abandonado y crucificado prefirieron hacer muecas y mirar a otro lado. Mostremos con nuestro compromiso caritativo y solidario que el Reino que nos ha traído Jesucristo, es un reino que alcanza a todos porque es: «Un reino eterno y universal: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz».