LA GLORIETA

Para ti, beatriz

Beatriz es el nombre de una madre. Su cara habría pasado para siempre desapercibida entre sus vecinos de Sanlúcar si desde el pasado mes de agosto no se hubiera convertido en la viva imagen pública del dolor, la desesperación y la rabia contenida. Esa ley natural a la que todos apelamos para explicar nuestras desgracias cotidianas, le ha sido arrebatada. Alguien decidió por ella y por esa ley natural, que sobreviva a un hijo que hasta hace poquísimos meses contaba con sólo 22 años. Supuestamente un tal Patas le arrebató el derecho a ver crecer su niño y morir con la paz que te proporciona el saber que has hecho bien las cosas a lo largo de tu vida.

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Pero quizás el peor de los castigos para esta mujer es la única respuesta que ha obtenido del presunto asesino de su hijo, cuando fue interrogado por las causas que le llevó a apuñalar a un chico que no conocía. Dice no acordarse de nada por culpa de las drogas.

Por eso, Beatriz ni tan siquiera podrá comprender por qué su hijo está bajo tierra y no trabajando en la inmobiliaria. Ha sido sentenciada a vivir para siempre con la misma sensación que aquel que se la juega en una macabra ruleta rusa. Mueres o vives en función de tu buena suerte o si se quiere ser más científico, según un cálculo complicadísimo de probabilidades numéricas. Pero Beatriz no está sola. Su tragedia es la de todos los que vivimos en una sociedad donde es posible que alguien certifique el final de tus días, porque simplemente se pasó con las rayas de coca. Y si no, que se lo pregunten a la madre de Fran Gamboa o a la de Manuel Bolaños o la de tantas aquellas que miran con miedo el reloj cuando su hijo no regresa a su hora cada fin de semana.