El Oratorio, compartido
El acuerdo alcanzado ayer entre la Junta de Andalucía y el Obispado de Cádiz sobre el Oratorio de San Felipe Neri tiene como principal valor el de despejar un obstáculo en el camino hacia la celebración del Bicentenario de la Constitución de 1812. Se trata de una solución de compromiso que da satisfacción a las diversas sensibilidades que se habían despertado contra su desacralización, pero contenta también, aunque sea con cautelas, a quienes temían que se abandonara un proyecto ambicioso de inversión de la Administración autonómica en la ciudad. Al tiempo, aporta a la Iglesia una notable cantidad de dinero, tres millones de euros, para hacer frente a las necesidades económicas diocesanas, cuya cobertura también se planteaba en ámbitos eclesiales como un argumento de peso sobre la mesa negociadora.
Actualizado: GuardarEl acuerdo, además, sirve a los intereses políticos de la Junta, que logra hacerse con el edificio representativo del Bicentenario y , por tanto, escenario principal de los actos del Doce. Su gestión será encomendada al Consorcio, como corresponde a la función nuclear de éste en la efeméride y sus preparativos.
El precio pagado por la Junta «en especie» por esta cesión a treinta años es bueno para la Diócesis, que ha sabido negociar con habilidad, pero no se debe olvidar que la institución autonómica incluye en su aportación capítulos que entran de lleno en sus obligaciones como tal, ya que debe velar por el patrimonio histórico-artístico y documental de la región, y por lo tanto, tendría que restaurar «de oficio» monumentos como el Oratorio,una tarea ya largamente reclamada, otro edificio señero como es el Hospitalito de Mujeres y la valiosa biblioteca del Seminario.
Con todo, no se debe olvidar que se trata de un primer paso y que queda mucho por definir en el anunciado proyecto de Memorial de las Libertades, Centro de Estudios Constitucionales y Archivo de la Transición, una cuestión nada menor, puesto que se trata no sólo del sentido profundo del proyecto sobre el que se está haciendo gravitar la conmemoración, sino de lo que está llamado a permanecer más allá del Bicentenario. Su ubicación en el Instituto del Rosario, un centro docente desocupado, y no en el colegio anejo resulta chocante si se quiere contar con un proyecto sólido y coherente.
En resumen, cabe felicitarse por el progreso registrado en un programa en el que los gaditanos tienen depositadas tantas esperanzas de futuro, a la vez que seguir insistiendo en la necesidad de trabajar a fondo y con la mayor ambición para que estas expectativas se cumplan.